Todo un año queda atrás en un solo segundo, dejando paso a uno nuevo. Esto maravilla a las personas, que parecen no darse cuenta de que el 1, solo es el día de después del 31. Nunca entendí la importancia del cambio de año, pero bien es cierto que es tiempo de reflexión. Es tiempo de reflexión, ya que un año es un marco temporal, lo suficientemente extenso para ver como ha podido cambiar tu vida en función de las decisiones que tomaste tiempo atrás. Esas decisiones, determinaron en su momento la persona que hoy eres.
No puedes evitar al pensar esto, que todas las decisiones tomadas recientemente, cojan un peso, que tus hombros son incapaces de soportar. Te oprimen el pecho, y vuelves a ver con pánico que has perdido las riendas de tu vida. No entiendes como has podido tomar tantas decisiones, sin apenas darte cuenta. Has vuelto a dejarte llevar por el día a día, sin plantearte tu vida a largo plazo. El miedo se apodera de ti. Miedo por que sabes que el tiempo vuela cuando no lo controlas, y en ese vuelo se cierran puertas. Ya quedaron atrás. Miras hacia adelante, y esperas que aun no sea tarde; que no hayas dejado por el camino, la puerta que querías tomar.
A su vez otro sentimiento se hace oír en tu cabeza. Un sentimiento movido por la cantidad de vida que no has vivido por mirar siempre al cielo, en vez de al suelo. Un sentimiento que te recuerda que en estos últimos meses, si que has disfrutado momentos, olvidándote del agobio que tu mismo te autoinflinges para no descontrolarte, y alejarte de tus objetivos. Un sentimiento que pide una tregua a tus ideales, y exige que te tomes tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas que pasas por alto día a día.
Choque de ideas, y un nuevo año por delante ¿Que hacer? Abrir bien los ojos y observarlo todo con atención, sin prejuicios, ni ideas preconcebidas, y así saber que lo que hagas o dejes de hacer, estará en concordancia con el mundo que te rodea.
Y si me equivoco, mejor... Aprenderé por el camino...
martes, 6 de enero de 2009
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