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martes, 14 de diciembre de 2021

Bueno para nada...

Bueno para nada. Y de regalo un "malo en muchas cosas". "Gracias". Lo podría intentar explicar, pero creo que ni eso se me daría bien. Uno piensa que la experiencia sumada debería ser un grado, y seguramente lo sea, pero todavía sigo buscando en qué. ¿En la vida? Si me van a dar una chapa por participar, mejor darme dos, por si la pierdo.

Cada día llevo peor el beber, no por las resacas, si no por la lentitud adherida. Quizás siempre estuvo ahí, pero no me daba cuenta. Quizás antes tenía donde despilfarrar. Ahora me cuesta. Cada nombre. Cada fecha. Cada copa... Pesa. Pesa todo lo bebido, pero no lo suficiente como para no recordar lo que fui... Y eso jode. 

Supongo que podría beber por ello, pero lo cierto es que ya no tiene sentido. Antes al menos escribía bien. O al menos eso creo. Escribía honesto, y ahora... Lo pienso todo demasiado. Quizás antes también, pero desde luego iba más rápido. 

El tiempo pesa. y la paciencia amodorra. A cierta edad todo deja de fluir como antaño. ¿Ahora hago referencias sexuales? Por lo visto si. No sé si estoy preparado para hablar de esto, pero, si mis dos neuronas rampantes están haciendo estragos por contarme algo ¿quién soy yo para impedir que se explayen? 

-¿Qué pasa chicos? ¿Qué queréis decirme?¿Qué Tom se cayó en el abrevadero? 

No. No seamos una galería del destape, hablando de todos los temas tabú, a sabiendas de que no nos leen.

Hablemos de la sin razón. De ser bueno en nada, solo para darte cuenta de que estabas mejor calladito. Que si me hubiesen dejado un yoyó, quizás habría hecho algo más grande en la vida. Pero no. Tampoco es eso. No hace falta exagerar, porque al final voy a salir en mi propia defensa y hacer un "speach" sórdido y triste de que al menos lo intenté. Prefiero quedarme con el yoyó. Tiene un punto más nostálgico. De hecho no se me ocurre nada más deprimente. Imaginároslo: 

-Con ustedes, un joven de 36 años y su yoyó. Pasen y vean - Y ahí, detrás de la cortinilla roja, un señor de edad avanzada (sabe dios lo que significa eso), con unos pantalones de una talla menos, que acentúan aún más los michelines que se entrevén  bajo una camiseta de distinto matiz de negro, hace lo que puede con su yoyó. La gente le mira estupefacta mientras él, con más arte que gracia, deja ver lo mejor de si mismo. 

-Que lástima -dice uno. 

-Pues no está tan mal - repara una señora. E Ian, sin perder concentración, sigue ahí, dándolo todo con su yoyó...

martes, 25 de junio de 2019

Noche de leones...

Una noche cualquiera.
Los demonios y las hadas han salido a cazar.
Pero esta no es tu noche.
Está es la suya.
La de ellos,
con su francés y su modernidad.
Tú, viejo zorro,
hoy no has venido a eso.
Hoy has salido a sentir.
A pasear los recuerdos.

¿Les, ves? Hace nueve años tu estabas ahí, haciéndote pasar por uno de ellos, pese al grimoso sonido nasal que emiten ellos al pronunciar. El sonido que ellas emiten, es otra cosa. Pero hoy no escucharás esos sonidos. Hoy los observas, desde la distancia. Desde tu pradera.

León orgulloso.
Hoy estás aquí para rememorar los tiempos
en los que esta ciudad te silbaba Nessum Dorma al oído.
Ella te susurraba,
y tú la llenabas de versos.
Algunos mejores que otros,
pero eso no importaba.
Eras un jodido poeta,
y no te lo querías creer.
Te daba vergüenza aceptarlo.
Te faltaba amor propio para poder recitar sin tapujos
toda la verborrea que cada tarde te venía a la cabeza.

Si, ¿quien te lo iba a decir?
Te faltaba amor propio,
y te sigue faltando.
A día de hoy aún sigues sin creerte lo que haces
ni lo que tienes.

Y es que has hecho mucho, viejo. Tus derrotas lo atestiguan. Es imposible no aprender con tantas derrotas a la espalda. Derrotas. Muchas derrotas y muchas más esperándote a la vuelta de la esquina. Y es que mientras sigas en pié seguirás errando. Porque esos es lo que sabes hacer. Es la única forma en la que aprendes. Me gustaría decir que de todas has aprendido, pero nos estaríamos mintiendo, ¿verdad? Y no es que no aprendas, es que simplemente encuentras nuevas formas de caer. Mientras siga habiendo una ruta no tomada que lleve al fracaso, ahí estarás tú. Como un explorador, decidido y pletórico, abriéndote camino a machetazo limpio, hacia un nuevo error.

"Buena noche para cazar el mapache"
Gedeón Pontipee

La lista de la compra...

La velocidad y la música. 
La música sola. 
Cuando rememoras la conquista del día anterior. 
El saber que gusto de forma reciproca. 
El billar con una copa y un amigo. Con música. Siempre con música. En la terraza. Con un atardecer o con un beso. 
Una copah.
Disfrutar de la compañía de mis padres. 
Sentir que aún pertenezco a algo. 
Escribir algo potable. 
Los sábados de resaca.
Aprender por mi mismo.
Caerme y levantarme.
Las películas que consiguen hacerme llorar. 
El final de El Graduado. 
El principio de Transpotting. 
Toda La Gran Belleza. 
Las bandas sonoras de Tarantino. 
El sentir que he cambiado algo. 
El aceptar que nunca cambiaré lo suficiente. 
Los silencios cómodos. 
La complicidad de una mirada. 
El resonar de las patas de mi perra contra el parquet. 
Recuerdos fugaces de las que fueron. 
Las especulaciones de las que no llegaron a ser. 

Entre recuerdos y canciones el día pasa. Quizás esta no sea la lista que me propuse hacer, pero es una lista de cosas que aún me arrancan un sentimiento. Una buena lista.

sábado, 6 de abril de 2019

Soubrier o el arte de odiar a Peter Pan

Es el tiempo lo que llevo mal. Todo lo que tiene que ver con el tiempo. Lo aborrezco. De una forma u otra me tortura.

Tener que esperar y cumplir unas pautas socialmente aceptables, me parece la mayor de las torturas.

Me apetece verte ahora.
Me apetece pasar tiempo contigo, ahora.
Conocerte.
Enamorarme o volverme apático.
Ahora.
Y sé que puede funcionar.
Ahora.
Y si me equivoco,
(que a veces pasa) y todo sale mal,
que sea ahora.

Si nos aborrecemos
que también sea ahora.

¿Porqué el mundo no comparte mi consideración del tiempo? ¿Porqué se necesita tiempo para conocer a alguien? Lo quiero, y sé que lo quiero. Parece fácil pero no lo es. Cuando se trata del tiempo nada lo es. No puedo permitirme el lujo de esperar a mañana. Mañana es un hijo de puta insolente. Un bastardo tramposo que se las sabe todas. Juega con tu cabeza. Te cambia cosas que ayer eran reales.

No. Lo quiero ahora, porque esto no pasa todos los días. Mañana no sabe lo que me cuesta encontrar esta alegría. Este ímpetu, es casi un puto milagro. Suerte tengo de seguir teniendo esos momentitos. Fugaces y esquivos, cada día son más difíciles de atrapar. ¿Y me tengo que esperar a mañana? ¿Qué broma sádica es esta? Es como una erección para un octogenario. Que le digan que la mantenga hasta mañana... Suerte tiene si mañana esta vivo.

Esa maldita ilusión de la que tanto espero y tanto decepciona es algo que hay que celebrar. Celebrar por todo lo alto, como el infame pagano que soy, antes de que venga la realidad con su martillo de Thor de la mano. Así que no. No quiero mañana. No quiero luego. Soy mejor cuando es hoy. Cuando no tengo que regirme por esos malditos patrones concebidos donde es aceptable, normal, o lógico.

Mañana, te odio. Si. Es cierto. Utilizo demasiado esa palabra, pero Mañana bien sabe que se lo merece. "Yo odio, yo odio, yo odio a Peter Pan". Y a Mañana también. Mañana seré mas viejo. Mañana el mundo será más insoportable. Mi vida y la de las personas que quiero se acabará un mañana. Así que no hagas que tenga que esperar a algo que esta lleno de cosas tan malas. El ahora es bueno. No suele serlo, pero ahora lo es. Ahora me gusta. ¿Porque no hacemos algo ahora? ¿Porque mañana? ¿Porque siempre es mañana? Con lo que me costó salir de ayer...

sábado, 30 de marzo de 2019

Brazos arriba...

Pongo música que me contagie de optimismo, pero no funciona. Blandito, busco paz mental, pero solo consigo bajar el volumen del runrún interno que me consume.

-Tranquilo Ian, tranquilo. Tómate un sake. El sake te gusta.
-Si, pero te deprime.
-Deja ya de fustigarte. No tenía que ser.

Puede que nada tenga que ser. Puede que este sea tu camino. La búsqueda eterna, pero por fútil que sea, con mejor o peor cara, me niego a bajar los brazos. Bueno, a ratos quizás. A veces es sano gemir un poco. Lamerme las heridas. Quedarme un sábado en casa, desatendiendo a los planes de abrazos vacíos. Abrazos vacíos y pensamientos lejanos.

Nah. Para. Sabemos a donde te llevan esos derroteros. Brazos arriba, vaquero. Bien arriba. Apuntando al cielo mientras la vista está en el suelo. Nunca pierdas la vista de ese suelo que tanto conoces. Frío como el metal. Tan duro como el que más. Tú sigue apuntando al cielo, aunque solo sea con los dedos, y no dejes de intentarlo. Algún día recuperaras el sentimiento. Volverás a respirar, sobrecogido por el miedo de perder a alguien. Volverás a sentirte el hombre más afortunado por tenerla a tu lado cada mañana. Sea quien sea, la encontrarás, y todo lo vivido tendrá sentido.

Brazos arriba, cabrón.

viernes, 29 de marzo de 2019

Instrumental little me...

Estados de ánimo, me acompañan en mis días.
Me llevan de la mano,
suscitando pensamientos y rimas.

Frescas y altaneras
revolotean a mi lado,
esperando a que Yo, Cesar, 
las salve de su inevitable suerte.

viernes, 25 de mayo de 2018

3001 días después...

Prefiero la ruina y el lamento
a no sentirme especial. 
Antes solo que mediocre. 
Antes triste 
que vendido a una integridad altanera, 
donde el calor no calienta 
ni los sentimientos duran.  

Hollywood para Hollywood. 
Miseria para los románticos.
Los de verdad. 
Los que nos hemos engañado tanto 
que nunca más seremos libres. 
Los que hemos perdido el barco
y desde tierra
rezamos por la salvaguarda de los que se alejan.

Ellos no volverán la vista atrás.

Sé lo merecen. Se merecen una vida sin ti, aunque tu fueses mejor a su lado. Seres así no admiten una segunda equivocación. Y a ti te concedieron setecientas. Y demasiados años. Demasiados días. No te la mereces, y por ello fantaseas con el pasado.  Porque el presente no abruma y el futuro disgusta. 

Estoy cansado de no darme tregua.  De pensar en blanco y medir su vacío. De dejar que el peso de lo vivido hunda una esperanza tras otra. Pero luego suena una canción, y el presente no vale y el futuro no existe.  Es el pasado lo que me reconforta, y en el no hay justicia, ni mucho menos esperanza...

sábado, 7 de abril de 2018

Corrientes continuas...

Mientras te recuerdo, el mundo sigue con su mundanidad. Pero el autocorrector me corrige y me recomienda que escriba mundanalidad.

¿Que sé yo? Mundanalidad me suena fatal, pero hay demasiadas cosas que me suenan mal hoy en día, y demasiados peros en mi vida.

Demasiados peros
para saber nada.
Y la nada me persigue.
Y tu sigues ahí.
Atormentando.
Torturando.
Dando sentido a mis días.

La copa se deshace cada noche. Y en cada sorbo hay más agua. Y más dejadez. Y no hay sabiduría en mis decisiones, ni en mi vejez. No hay nada a lo que atenerse. Tan solo un poso de resignación. Un poso que lleva tu nombre. Y tú no lo entiendes. Estás demasiado lejos para entender...

Tus recuerdos
imbuyen de brío mis días.
Los amenizan y los hunden, a la vez.
Y me torturo pensando
que en mi recuerdo solo hay desdicha.
Desdicha para mi
y vergüenza para ti.

Y hay demasiadas "ys".
Y tú no quieres palabras ni promesas.
Te sobran.
Eres una persona de gestos.
De sentimientos procelosos.
De realidades cuidadas.
Tenebrosas y fantásticas.
Eres eterna.
Y yo...

Yo soy mundano.
Más de lo que me gustaría.
Más de lo que te mereces.
Y aún así
creo que nadie te podrá hacer más feliz que yo.
Porque yo,
a tu lado,
no soy mundano. Ni vago.
Ni pequeño.

A tu lado
soy
todo lo que alguien puede aspirar a ser.

Hubo una vez en la que brillamos.

lunes, 26 de marzo de 2018

Túnez...

Facilidad y entrega.
No.
Resignación contemplativa.
Budismo con un punto de añoranza.
Absurdo,
como todo lo que me rodea.

Mejor no pensar.
Pero si no pienso,
no actúo,
no espero,
no vivo,
no muero...

El frío me persigue. Incluso en Túnez. Incluso en el maldito desierto. Día y noche. Se mete en los huesos y rezuma por cada poro. Pero creo que estoy en calma. No sé donde estoy, pero creo que estoy bien. Esto debe de ser estar bien. Tampoco sabría distinguirlo. Llevo demasiados años deprimido como para medir.

Estoy aprendiendo a no esperar. No sé si es el principio o el final, pero a veces, entre el frío, siento paz.

Quiero pensar que no es abandono, sino aceptación. Fijar un nuevo firme. El anterior se quedó muy abajo. Muy antiguo. Obsoleto.

Quizás es lo que toca. Lo que llevaba necesitando todos estos años. Un nuevo fondo donde empezar. Sin atajos. Sin distracciones. Sin escusas. Tengo que soñar en el mañana. Un mañana que me ilusione.

Ilusión.
Ilusión, ilusión, ilusión...
No me canso de buscarte.
Te encontraré y te haré mía.
Por lejos que estés.
Por barata que seas,
te haré digna.
Digna de querer,
aunque para ello tenga que mancharme.
Imbuirme de vulgaridad.
Bajar al barro y abrazarlo.

Quizás sea momento de madurar. De asumir
que no hay sitio para el romanticismo.
Que las ruinas
no dan calor,
ni te abrazan por la noche.

Quizás sea el momento de entender
que la trascendencia,
la puta trascendencia,
pueda ser un hijo
en lugar de una carta de despedida...


sábado, 24 de febrero de 2018

Ramplón ...

-No suenas bien.
-Tampoco estoy mal.

Como decía el chiste: "Cero grados; ni frío ni calor". Me revuelvo en mi propia dejadez, como un cerdo en la mierda. Una actitud contemplativa y ramplona que parece que lo envuelve todo. Una marcha directa que te permite pasar por la vida viendo a los peatones desde la ventanilla. Ellos viven su vida. Yo estoy en pausa, inmerso en un torpor invernal, más propio de un otoño largo. Sin demasiados visos de cambiar. Nada inquietante en el horizonte. O quizás si lo haya, pero ahora mismo no me lo parece.

Me dejo llevar mientras la gente a mi alrededor parece que disfruta. A veces, incluso, pese a mi compañía. No puedo decir que esté mal. Pero para eso tendría que hablar, y no me apetece...

jueves, 28 de diciembre de 2017

Un hombre con una mancha...

Todo parece que vuelve a su sitio.
Ese, que tanto miedo te da.

No sabes exactamente que es,
ni donde está,
pero sabes llegar.
Nunca aposta.
Siempre consciente.

No podrías dar direcciones a nadie de como ir,
ni acercarte a pasar la tarde,
pero tus pasos siempre acaban ahí.

No te hace bien.
Como cualquier otro estigma,
es algo que te marca y te identifica.
Algo que te acompaña.
Una mancha.
Una querencia pegajosa
de la que no puedes huir.

Es la casa a la que vuelves cuando estás perdido. Un lugar desolado, pero familiar. Supongo que el tiempo ha hecho que te acostumbres. Si. Costumbre. Costumbre y cadencia. Una espiral en la que te ahogas para volver respirar.

Cuando estás dentro, la ansiedad se reduce
pero la tristeza aumenta.
Se respira algo parecido al aire,
pero que lejos de llenarte
te consume.
Te va asfixiando hasta que acaba contigo.
Es un sitio donde ir a morir
para renacer.
Un rincón donde abandonar lo que has sido.
Un cementerio.
Un puto cementerio de elefantes,
al que vuelves
una y otra vez.

"Carcass" o el arte del vaciado...

Frío. Otra vez el puto frío. No hay quien lo aguante. Da igual lo que haga para luchar contra él. Mi casa parece un horno de fundición, pero nada parece alejar esa sensación de abandono.

Solía disfrutar de estas tardes de frío, acurrucado en el calor de un abrazo. Y sin embargo, a esto hemos llegado. La calefacción a toda pastilla. Iberdrola encantada. Yo pocho.

Sigo pocho. Pocho por dentro. Delgado por fuera. Más intoxicado. Más tocado. Cucú.... ¿Alguien vuela por ahí arriba? No creo. Ni siquiera los grajos vuelan con este frío. Ni alto ni bajo. Tan solo un par de buitres saltan de carcasa en carcasa. Pero están todas huecas ya. Nada que rebañar. Solo pellejo. Ya me encargué de dejarlas bien secas. Ni un poquito para la ilusión.

¿Cucú? Como una chota...

-Buscar. Buscar  mejor que algo quedará. Sino quedase nada,. ¿Qué hago todavía respirando? Y es que, si no hubiese un mínimo de ilusión. ¿Qué me frena a saltar por el hueco de la escalera?

-Quizás que solo sea un primero, y ya estoy suficientemente tullido.

Más allá de seguir autolesionándome, no conseguiría nada. No estaría más lejos de esta silla. De esta vida. De esta mierda que tanto me ofusco en plantar a mi alrededor. Allá por donde paso... Siembro oleadas de soledad y desasosiego. Un germen. Un asco...

martes, 19 de diciembre de 2017

Macallan...

Teclas teclas teclas.
Una vida brillante.
Un psicólogo en la puerta.

Teclas teclas teclas.
La botella en la nevera
¿Quién me pulsa las teclas?

Una vida perfecta...
Loqueros y recetas.
Notas en libros
y la pena eterna.

Yo no me perdono.
Ella se lamenta...

La gente envidia lo que la gente no entiende. Algo así como el temor. Como la esperanza. Todo una mentira. Necesitamos algo que se nos escapa. El morbo de la algarabía y el caos. Lo dice un obseso del control. Un maníaco. Todo estudiado y medido, hasta el punto en el que algo tiene que estallar. Una tecla, y luego otra. Doña tecla y Bienvenido. Todos contentos. Todos felices. Historias que la gente no conoce ni vincula. Me hacen sonar medio loco. Aunque quizás no tanto como para los que entiendan las bases, y vinculen los saltos.

Calaveras se ríen de mi. Es un pijama. Sin rayas. Solo algo más en la larga lista de cosas que me recuerdan a ella. Y esta no debería. Quizás las otras tampoco.

Una botella cerrada. No tiene nombre. Pero sabes para que está ahí. Lo imaginaste desde el día en que te la dieron. Tu cabeza loca no pudo dejar de pensar en eso. Quizás por cosas como estas, ella se volvió loca. Quizás por cosas así tu siempre lo has estado. Quizás por eso no la etiquetaste. O quizás por que sería muy largo. "Botella para el día que asumas que vuelves a estar soltero, y te quieras dar pena". Más aún si cabe. Si, teniendo en cuenta que es una botella de muestra, dudo que cupiese toda esa parrafada. Dudo que ella aprobase tenerla en la nevera si supiese el sentido. Dudo muchas cosas, y ninguna me hace más sabio. Solo más pesado. Como la viuda plañidera que todo lo relaciona con la perdida de su querido Edward, que en paz descanse. Soy una vieja plañidera, pero sin Edward. Hasta visto de negro. Lo único es que no se ha muerto nadie. Bueno si, pero no mi marido. Y al subnormal que se murió no le quiero llorar más.

Lo que recelo no es lo que escribo, y lo que no escribo parece que no queda. Se perdió. Se murió, aunque no de una forma literal. Se fue por el retrete, en una espiral perfecta, en sentido horario. Como solo los baños del norte hacen. Mentira.

Me calmo y dejo la botella sin abrir en la nevera. No estoy preparado para ella. En su lugar cojo una botella de agua y bebo con rabia mientras miro el móvil. Rabia porque lo quemaría. Porque el móvil conecta a las personas, y tú no quieres conectar con nadie. Pero lo miras porque has aprendido a esperar cosas de la otra persona. Ella te enseño a esperar cosas. Y lo miras y no hay nada. Esperas una llamada que no llegará, por que los dos sabéis lo que significa. Vergüenza y debilidad para ella. Debilidad y remordimiento para ti. Y así te pasas el día. Sin dar un paso. Ni para alante ni para atrás. Entre el remordimiento y la inapetencia. Entre el anonimato y el voyeur. Y sigues ahí. Al lado del teléfono. Como si todavía tuviesen cable. Uno que te une a él. Y es que, si por algún casual te llamase y tu no lo cogieses, ella se pensaría que tú ya has pasado de pagina alegremente. Que estás con otra. Y nadie parece enterarse que tu no quieres otra. Al menos no en ese sentido. Al menos no ahora. Al menos, al menos, al menos...

Quieres algo que rellene el hueco que ha dejado. El hueco que tanto se esforzó en hacer, y ahora parece imposible de llenar. Tú no quieres a otra. Solo la idea te da pereza. Pero necesitas a alguien que cubra el vacío. Pero eso te da pavor. Porque sabes que nadie será tan suave. Ni su risa tonta te parecerá tan deliciosa. Y por eso y por todo lo demás te pasas las noches pegado al puto teléfono. Odiándolo. Odiándote. Odiándola. Odiándoos ...

viernes, 24 de noviembre de 2017

Going Fishing...

Blandito.
Muy blandito.
Plateresco incluso.
El de Juan Ramón Jiménez. Nada que ver con el gótico.

Blandito y torpe,
todo me llega.
Todo me afecta y me cansa.
Todo deja una huella en mi frágil estado.
Doblado pero no roto.
No exploto.
Solo me arrugo y me encojo.

No hay rastro de esa chulería. Ni un atisbo de arrogancia. Ni siquiera un poco de esa prepotencia desquiciante. Se fueron todos, desfilando. Aquí solo queda una sombra vaga y mustia que intenta pasar desapercibida. Escondida de los demás. Incluso de mi mismo. Especialmente de mi mismo. De mis propios reproches. Me escondo para no sentir más. Para no seguir menguando.

Necesito irme a pescar con el bueno de Chris.

"But you know what they say. Everyday gets a little easier..."

jueves, 23 de noviembre de 2017

Yann Tiersen

Borracho, inconsecuente. Fantástico, intrascendente. La belleza, muchas veces se esconde en banalidades.

Toda una vida buscando una trascendencia imposible, solo para entender que la grandeza va de la mano de lo efímero. Casi chabacano. Lo mismo vale lo inesperado que lo repetitivo.  No hay un solo camino. No hay una sola verdad, pero solo un único sentimiento de plenitud. Y para los que lo perseguimos, se vuelve la peor de las drogas.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Exorcismos...

Pereza.
Falta de motivación.
Vacío.
Soledad, en una sola palabra.
Soledad y pena. Vaya, eso son dos. Que más da. Nunca me gustaron los matemáticas demasiado.

No tiene ningún sentido darse pena cuando eres tu mismo el que te has llevado a esa situación. ¿Pero que tiene sentido hoy en día? Desde luego yo no. Supongo que hay una parte de masoquismo oculta dentro de mi. Hay quienes se autolesionan. Se cortan con cuchillas y ven como la sangre brota. Yo simplemente dinamito mi felicidad. Hablando de personas tóxicas, aquí estoy yo. Encantado de haberme conocido. Ni siquiera. Porque me odio un poco. Odio hacer sufrir a la gente a la que quiero, porque aunque muchos no se lo crean, si soy capaz de querer. Y mucho. Pero mi forma de querer no parece ajustarse a lo que los demás esperan de mi. Y es que odio que la gente espere algo de mi. Odio generar expectativas. Todo lo malo empieza cuando se espera algo de alguien, empezando por ti mismo. Lo que me lleva a lo siguiente: ¿Y que leches espero yo de mi? ¿Grandeza? Nah, implica un esfuerzo demasiado grande y como he empezado escribiendo, la pereza ocupa el ochenta por ciento de mi tiempo. Otro treinta por ciento Mediterraneo y el diez que me sobra, a mis nostalgias., porque las nostalgias siempre tiene que echarse de más, nunca de menos.

Es un pequeño gran delirio esto que me obligo a hacer. Escribir sin pararme a pensar. Un exorcismo propio, fácil y sencillo y para toda la familia. Un ordenador y tu mente. Antes era una hoja en blanco. Antes tenia más fuerza, pero la pantalla blanca baña todo con una luz mortecina que el papel no tiene. Tanto para la tecnología y el avance. Avance. Que palabra tan grotesca para los que la vemos desde la barrera. La gente avanza, y yo los veo pasar, preguntándome si alguien sabe realmente a donde coño va. Tienen que saberlo. Se les ve tan seguros y decididos... Pero algo me dice que es todo apariencia. Pretenden saber de que cojones va todo. Y creo que es eso justo lo que me alta a mi. Convicción. Convencerme de que hay algo por lo que luchar. Algo que merece la pena. Apostar y ir sin miedo. Sin mirar atrás. Convencido y sereno que me dirijo a donde debo. Certeza y seguridad. Si. En estos últimos dos años, he aprendido mucho de lo que hay que hacer para ser una buena persona. Lo malo es que sigo siendo ese niño que todo se pregunta. El del moco colgando. Y no pudo dejar de pensar que esa certeza es una gran mentira. Y no digo que no sea una buena mentira. Sin dudas hay mentiras por las que vale la pena luchar. Solo digo que yo no me la creo. No es mi mentira. Y cuesta pelear por una mentira en la que no crees. Si pudiese la haría mía, y viviría como ellos. Capaces y seguros, sin estar asustados de todo lo que les rodea. Con la incertidumbre del mañana y la soledad acuciante. Con el agobio de estar en el centro de un remolino. Todos se mueven a tu alrededor y tu no puedes más que mirar lo satisfechos que parecen. Como la vieja que se esconde detrás de las cortinas mientras espía a los viandantes, yo les miro y les estudio fascinado. Y cuando me toca a mi andar y ser mínimamente feliz, me pongo la zancadilla. Y es que ¿Quien quiere ser feliz pudiendo ser miserable? Parece casi de mal gusto, ¿verdad?

jueves, 31 de agosto de 2017

Lo que queda...

Porque la tortura y la pena,
el desconcierto, y la ausencia,
es lo que se queda.

Los recuerdos limpios y enlucidos, amarillean. Van perdiendo veracidad mientras ganan sentimiento.
Y la realidad tampoco ayuda. Se desdibuja, hasta el punto que acabas pasando las noches abrazado a un recuerdo que nunca ocurrió.

De las verdades que nunca fueron, nacen las mentiras del mañana. Y así se pasan los días, flotando entre lo que fue, y lo que pudo haber sido.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Represión...

Un grito seco.
Un grito mudo.
Los perros me oyen,
pero no me ayudan.

Una maraña blanca cuelga sobre mi cabeza. Es mía.

No se puede tocar. Así apenas estorba. Mejor vivir con ella que intentar deshacerla. Sabe dios lo que podría salir de ahí. Mejor colgarle el cartel de averiado y seguir con la vida según está.

Sueños recurrentes. Despertares agridulces, como el cerdo. Quizás sea una señal. Un cerdo soñando con su condimento. Pero no. El problema es el contrario. El sueño es mucho más puro y real que mi vida. Tan real que duele. Y uno se pregunta por su vida. Piensas en lo absurda que se empeña en ser la realidad y no te queda más remedio que aceptar las distintas pesadillas.

Murphy no habló de motos, ni de bicis. Ninguna de sus leyes habla de familias rotas ni de vidas vacías. Y ante la vorágine de coincidencias irreales,  ¿que te queda?

Cada uno se refugiará en sus cuevas particulares. Religión, familia, principios, amigos, bienaventuranzas...

Supongo que no hay refugio malo ante un diluvio, ni orilla mala para el naufrago. A mi siempre me queda el cine. Siempre hay entradas que se repiten en tu cabeza, como esa celebre frase de Bullet-Tooth: "You should never underestimate the predicability of stupidity", que reza algo así como "Nunca subestimes la predecible que es la estupidez". Y entiendes que se pueda llamar Karma, suerte, o simplemente mala leche. Pero hay una ciencia que se repite y es que la mierda siempre viene junta.

lunes, 12 de septiembre de 2016

La altura de las hojas...

Hace siglos, alguien se levantó de su duro lecho, y le pareció bonito la caída de las hojas. Lentamente, se fue perdiendo el instinto de supervivencia y el sentido de lo útil. Apareció la sensibilidad y con ella el arte.

Así se asentaron las bases de la vida ilustrada, llegando a extremos tan absurdos como los que vivimos algunos, donde todo es sensibilidad.

Las hojas siguen cayendo,
enfatizando el paso del tiempo.
El amor y el olvido.
La fugacidad de lo bueno.
La ambigüedad de lo malo.
La fragilidad de la vida.
La intrascendencia de la muerte.
La nostalgia del otoño...

Desenfreno o el secreto de la eternidad...

Quitar las palabras.

Dejar paso a los sentimientos.
Que entren todos.
En tromba.
Como un remolino que te alza a las alturas de lo eterno.
Allí arriba, donde el sol ilumina los rostros
de las mentes nobles que dieron nombre a la vida.
Donde se escribieron las bandas sonoras
del amor y el llanto.

Dejar que los sentimientos os hagan suyos. Dejaros llevar. Convertiros en un títere de la fugacidad y el declive. Porque habrá un declive. Habrá un declive y habrá un final, pero ¿a quien le importa el más allá?

Tu cuerpo perecerá y se consumirá para dar vida a nuevos sueños. Pero tu alma...

Tu alma desenfrenada e inquieta, perdurará siempre en la cresta de la ola.