viernes, 16 de agosto de 2019

25/06/19


La noche siempre premia al paciente.
¿O era al intrépido?
Ya no me acuerdo...

Ginebra, 2019

martes, 9 de julio de 2019

"Like a rock"

Hoy he vuelto a casa con el único objetivo de escribir sobre otro gran cambio en el enfoque de mi vida. Uno de tantos intentos por liberar la mente, en pos de un futuro mejor. Como de costumbre no lo he hecho y he acabado en el sillón de mi casa, viendo "How I met your mother". Esa maldita/jodida serie que me pintaron de comedia está acabando conmigo. Es capaz de hacerme llorar cuando todos ríen.  Es capaz de sacarme la crudeza de lo que es ser un romántico obsesivo. De estar enamorado del amor, o lo que es peor: de una persona sin rostro. Pero esta vez no he acabado llorando por ningún tipo de extrapolación sobre el vacío sentimental de mis días, ni por la perseverancia de Ted en su búsqueda del amor. Esta vez ha sido por algo tan básico como la reacción de un hijo ante la muerte de un padre. Algo que me lleva acechando, desde hace ya demasiado tiempo.

Y es que, las reacciones ante acciones que aún no han pasado, me impiden disfrutar de la propia acción. De la vida. Ya sea miedo, ya sea ansía, ya sea insatisfacción, vivo atrapado en futuros horrendos. Como si anticipando el golpe fuera hacer que doliesen menos cuando se vuelvan presentes. Iluso. Sabes que eso no funciona así. Que la pena es pena. Y de una forma u otra dejará su huella. Pero, dejando por un momento la pena de lado, y ya puestos a anticipar, ¿porque no anticipo algo que pueda tener mas sentido ahora que luego?

Mis padres son plenos defensores de decir las cosas en vida, y pese a todo rara vez lo hacemos en mi casa. Siempre la vergüenza de sacar cosas que nos hagan sentir vulnerables, hace que no digamos cosas que nunca habría que callarse. Por muy sabido que creamos que es, las cosas buenas deberían de salir más y mejor que los reproches. Es incomodo a veces decirlas, e incluso a escucharlas. En casa siempre se ha achacado el "estar tierno" o sensible, con el estar mal. Y no digo que no sea verdad, pero hay veces que es simplemente visceral. Es algo que no quieres dejar pasar.

Mamá, papá, sabéis lo que el cine es para mi. Sabéis la capacidad que tiene de abstraerme. De evocarme mundos vividos y olvidados, o simplemente mundos que no tuve ni tendré. Hay una escena que pese a haberla visto una sola vez, hace muchos años, sigue viniendo a mi a menudo. Es una escena de la película "The Weather Man", donde el protagonista, en un momento de la película tiene que decir unas palabras en el funeral en vida de su padre, con su padre presente y cabal. Al poco de salir al púlpito y empezar su discurso, mientras está haciendo una metáfora comparando a su padre con una canción, la luz se va y se queda a oscuras, con el sermón a medias. No sabéis la de veces que me he imaginado en lo alto de ese púlpito, intentando transmitir a vuestros seres queridos, lo que habéis sido. Busco las palabras que os hagan sentir orgullosos, por lo que habéis hecho y lo que se os he querido, y las luces siempre se apagan.

Papá, mamá, no sé si sabéis el miedo que me da imaginar un futuro sin vosotros. Sois mi roca en la distancia. Mi casa. La tranquilidad de los domingos. Sois la mano invisible en mi hombro. La calma que hace que no tenga que levantar la mirada. La red que me acompaña a todas partes.

Rara vez pido ayuda, porque no me hace falta y eso lleva a la gente a pensar que soy mucha más fuerte e independiente de lo que soy. Poca gente entiende la dependencia que tengo hacia vosotros. Que esa seguridad que aparento es la que vosotros me dais. No hay fortaleza, sino un sentimiento de respaldo tal, que me ayuda a vencer mis miedos. Porque hay miedos. Muchos. A todo y por todo. Y lo único que me saca de mi temblor es saber que pase lo que pase, vais a estar ahí. Siempre estáis ahí. Y no sé que cojones voy a hacer cuando me faltéis.

Estás navidades os dije que era complicado que fuera feliz con alguien. Aspiro a demasiado, porque habéis puesto el nivel muy alto en mi cabeza. No digo que seáis perfectos, ni fáciles en algunos momentos, pero vuestra forma de complementaros, de cuidaros y de necesitaros es a lo que yo aspiro encontrar algún día. Seguro que no todo ha sido fácil, ni bonito. Pero desde abajo, desde el punto de vista de un error de hijo, sois maravillosos. Juntos y por separado.

Este hilo de pensamiento que tengo ahora en la cabeza es complicado. A ver si lo sé traer:

Muchas veces me planteo en las distintas formas en la que vuestros tres hijos hemos crecido, y en las personas que nos hemos convertido. Yo siempre tuve la suerte de verlo todo desde la barrera y a su vez, el reto de tener que mejorar lo que ya se había hecho. Esa misma perspectiva distante y analítica es la que me ha permitido saber mirar desde fuera. Al igual que en su día vi por lo que pasaron mis hermanas en su juventud y me sirvió con mejor o peor tino para afrontar mi propia vida, ahora he empezado a vivir muchas cosas através de vosotros. Veo la frustración que supone a veces el hacerse mayor. La lucha por no dejarse ir. Por aceptar que presumiblemente ya has escrito las mejores paginas de tu vida. Veo la resignación de un futuro lejano. El miedo de asumir un final, y a su vez, os veo mirar atrás buscando consuelo, y quizás, alguna respuesta.

Bueno. Respuestas obviamente no tengo, pero quizás encontréis algo de consuelo en esto que leéis, ya que es mi forma de deciros que estoy tremendamente orgulloso de lo bien que lo habéis hecho y lo bien que lo seguís haciendo.

Me gustaría haber escrito sobre cada uno por separado, pero lo cierto es que se os entiende mejor juntos.

martes, 25 de junio de 2019

Noche de leones...

Una noche cualquiera.
Los demonios y las hadas han salido a cazar.
Pero esta no es tu noche.
Está es la suya.
La de ellos,
con su francés y su modernidad.
Tú, viejo zorro,
hoy no has venido a eso.
Hoy has salido a sentir.
A pasear los recuerdos.

¿Les, ves? Hace nueve años tu estabas ahí, haciéndote pasar por uno de ellos, pese al grimoso sonido nasal que emiten ellos al pronunciar. El sonido que ellas emiten, es otra cosa. Pero hoy no escucharás esos sonidos. Hoy los observas, desde la distancia. Desde tu pradera.

León orgulloso.
Hoy estás aquí para rememorar los tiempos
en los que esta ciudad te silbaba Nessum Dorma al oído.
Ella te susurraba,
y tú la llenabas de versos.
Algunos mejores que otros,
pero eso no importaba.
Eras un jodido poeta,
y no te lo querías creer.
Te daba vergüenza aceptarlo.
Te faltaba amor propio para poder recitar sin tapujos
toda la verborrea que cada tarde te venía a la cabeza.

Si, ¿quien te lo iba a decir?
Te faltaba amor propio,
y te sigue faltando.
A día de hoy aún sigues sin creerte lo que haces
ni lo que tienes.

Y es que has hecho mucho, viejo. Tus derrotas lo atestiguan. Es imposible no aprender con tantas derrotas a la espalda. Derrotas. Muchas derrotas y muchas más esperándote a la vuelta de la esquina. Y es que mientras sigas en pié seguirás errando. Porque esos es lo que sabes hacer. Es la única forma en la que aprendes. Me gustaría decir que de todas has aprendido, pero nos estaríamos mintiendo, ¿verdad? Y no es que no aprendas, es que simplemente encuentras nuevas formas de caer. Mientras siga habiendo una ruta no tomada que lleve al fracaso, ahí estarás tú. Como un explorador, decidido y pletórico, abriéndote camino a machetazo limpio, hacia un nuevo error.

"Buena noche para cazar el mapache"
Gedeón Pontipee

La lista de la compra...

La velocidad y la música. 
La música sola. 
Cuando rememoras la conquista del día anterior. 
El saber que gusto de forma reciproca. 
El billar con una copa y un amigo. Con música. Siempre con música. En la terraza. Con un atardecer o con un beso. 
Una copah.
Disfrutar de la compañía de mis padres. 
Sentir que aún pertenezco a algo. 
Escribir algo potable. 
Los sábados de resaca.
Aprender por mi mismo.
Caerme y levantarme.
Las películas que consiguen hacerme llorar. 
El final de El Graduado. 
El principio de Transpotting. 
Toda La Gran Belleza. 
Las bandas sonoras de Tarantino. 
El sentir que he cambiado algo. 
El aceptar que nunca cambiaré lo suficiente. 
Los silencios cómodos. 
La complicidad de una mirada. 
El resonar de las patas de mi perra contra el parquet. 
Recuerdos fugaces de las que fueron. 
Las especulaciones de las que no llegaron a ser. 

Entre recuerdos y canciones el día pasa. Quizás esta no sea la lista que me propuse hacer, pero es una lista de cosas que aún me arrancan un sentimiento. Una buena lista.

jueves, 9 de mayo de 2019

AA56


-¿Será que bebo por las resacas?
-Será.
-Será la libertad o la falta de expectativas, pero estas mañanas me dan la vida que me falta. La despreocupada. La altiva y risueña.

Más mañanas y menos noches. ¿Alguien se apunta?

"Libres domingos y domingas"

H. S

lunes, 6 de mayo de 2019

Doyōbi ni...

Nada que no se pueda decir. Los sábados son para mi. Para mi y el desparpajo.

Curioso como cada día puede cambiar la perspectiva de lo que te rodea. Será la libertad, o será el nombre, pero los sábados me ponen.

Para estar en casa o para regodearme en mi múltiples miserias, lo sábados son días abiertos que nunca hay que cerrar. Y es que la bastedad de un día vacío me entusiasma...

No hay soledad si es intencionada. No hay soledad si uno la hace suya. Si la disfruta. Quizás sea un modo de anticiparme a la derrota, pero me gustan mis sábados lentos. El único momento que me queda para escribir. Y es que, lejos de la obcecación, lejos del ruido, hay música.

"Run to Aquilonia" o una mentira

Es como el cuadro.
Intenso.
Demasiado para la mayoría.
Necesario para el resto.
Para los adictos.
Para los que buscamos el siguiente vicio donde caer.

Estados de ánimo
extremos,
para salir de una vida obcecada en las pautas.
Demasiada cautela.
Que venga el caos
y el frenesí.
Toda una vida
dedicada a no hacer nada.
La nada como objetivo.
La nada como un todo.

Me niego. Me revelo. No hay tiempo para tenerle miedo al desenfreno. Es el desenfreno lo único que nos mantiene vivos. No. Dejarme vivir. A mi ritmo. Extremadamente rápido y acojonantemente lento. Tanto que hace que por un ratito el tiempo se pare y sea realmente mío. Por una vez, mío...

High and low...

Es horrendo darte cuenta de que eres feliz sin saber muy bien porqué. Entender, que estos gozos injustificados son parte de una misma suerte esquiva que tan pronto te alza en volandas como te sume en la más absoluta miseria.

Pero bueno... Hoy toca estar en volandas. Recogerme cuando me caiga...

sábado, 6 de abril de 2019

Soubrier o el arte de odiar a Peter Pan

Es el tiempo lo que llevo mal. Todo lo que tiene que ver con el tiempo. Lo aborrezco. De una forma u otra me tortura.

Tener que esperar y cumplir unas pautas socialmente aceptables, me parece la mayor de las torturas.

Me apetece verte ahora.
Me apetece pasar tiempo contigo, ahora.
Conocerte.
Enamorarme o volverme apático.
Ahora.
Y sé que puede funcionar.
Ahora.
Y si me equivoco,
(que a veces pasa) y todo sale mal,
que sea ahora.

Si nos aborrecemos
que también sea ahora.

¿Porqué el mundo no comparte mi consideración del tiempo? ¿Porqué se necesita tiempo para conocer a alguien? Lo quiero, y sé que lo quiero. Parece fácil pero no lo es. Cuando se trata del tiempo nada lo es. No puedo permitirme el lujo de esperar a mañana. Mañana es un hijo de puta insolente. Un bastardo tramposo que se las sabe todas. Juega con tu cabeza. Te cambia cosas que ayer eran reales.

No. Lo quiero ahora, porque esto no pasa todos los días. Mañana no sabe lo que me cuesta encontrar esta alegría. Este ímpetu, es casi un puto milagro. Suerte tengo de seguir teniendo esos momentitos. Fugaces y esquivos, cada día son más difíciles de atrapar. ¿Y me tengo que esperar a mañana? ¿Qué broma sádica es esta? Es como una erección para un octogenario. Que le digan que la mantenga hasta mañana... Suerte tiene si mañana esta vivo.

Esa maldita ilusión de la que tanto espero y tanto decepciona es algo que hay que celebrar. Celebrar por todo lo alto, como el infame pagano que soy, antes de que venga la realidad con su martillo de Thor de la mano. Así que no. No quiero mañana. No quiero luego. Soy mejor cuando es hoy. Cuando no tengo que regirme por esos malditos patrones concebidos donde es aceptable, normal, o lógico.

Mañana, te odio. Si. Es cierto. Utilizo demasiado esa palabra, pero Mañana bien sabe que se lo merece. "Yo odio, yo odio, yo odio a Peter Pan". Y a Mañana también. Mañana seré mas viejo. Mañana el mundo será más insoportable. Mi vida y la de las personas que quiero se acabará un mañana. Así que no hagas que tenga que esperar a algo que esta lleno de cosas tan malas. El ahora es bueno. No suele serlo, pero ahora lo es. Ahora me gusta. ¿Porque no hacemos algo ahora? ¿Porque mañana? ¿Porque siempre es mañana? Con lo que me costó salir de ayer...

sábado, 30 de marzo de 2019

Brazos arriba...

Pongo música que me contagie de optimismo, pero no funciona. Blandito, busco paz mental, pero solo consigo bajar el volumen del runrún interno que me consume.

-Tranquilo Ian, tranquilo. Tómate un sake. El sake te gusta.
-Si, pero te deprime.
-Deja ya de fustigarte. No tenía que ser.

Puede que nada tenga que ser. Puede que este sea tu camino. La búsqueda eterna, pero por fútil que sea, con mejor o peor cara, me niego a bajar los brazos. Bueno, a ratos quizás. A veces es sano gemir un poco. Lamerme las heridas. Quedarme un sábado en casa, desatendiendo a los planes de abrazos vacíos. Abrazos vacíos y pensamientos lejanos.

Nah. Para. Sabemos a donde te llevan esos derroteros. Brazos arriba, vaquero. Bien arriba. Apuntando al cielo mientras la vista está en el suelo. Nunca pierdas la vista de ese suelo que tanto conoces. Frío como el metal. Tan duro como el que más. Tú sigue apuntando al cielo, aunque solo sea con los dedos, y no dejes de intentarlo. Algún día recuperaras el sentimiento. Volverás a respirar, sobrecogido por el miedo de perder a alguien. Volverás a sentirte el hombre más afortunado por tenerla a tu lado cada mañana. Sea quien sea, la encontrarás, y todo lo vivido tendrá sentido.

Brazos arriba, cabrón.

viernes, 29 de marzo de 2019

Instrumental little me...

Estados de ánimo, me acompañan en mis días.
Me llevan de la mano,
suscitando pensamientos y rimas.

Frescas y altaneras
revolotean a mi lado,
esperando a que Yo, Cesar, 
las salve de su inevitable suerte.