miércoles, 13 de junio de 2018

Lo que importa...

 Gloriosa mierda. Nunca ajena. Siempre al acecho, busca una debilidad para emboscarme.

Hoy me has cogido con la guardia baja. No por descuido, sino por impotencia. Y es que los últimos golpes estaban bien tirados. No eran golpes al mentón. No buscabas el KO. Eran golpes tácticos. Esos que duelen más al rato. Golpes que te hacen mear sangre. Me has ido trabajando de forma genial, hasta que ya con los brazos bajados has podido hacer un "Finish him", digno de mortal kombat. Y vaya si lo has hecho.

No queda ningún otro sitio donde agarrarse que no sea el futuro. Ese futuro que miras con recelo y escepticismo. Ése, que pese a odiarlo, te deparó cosas geniales. Pero tú eres demasiado tonto como para entender que ese pasado que tanto te gusta fue una vez futuro. Que no se dio tan mal. Que no fue hace tanto. Quizás, si sacases la cabeza del culo, podrías llegar a entenderlo. Pero no. Es más fácil beber y darse pena. Tienes que dejar de mirar al pasado, o al menos entenderlo por lo que es. Pasado. Hay cosas bonitas esperándote aún. "El futuro esta lleno de cosas maravillosas" dijo él, mientras bailaban en el jardín de una preciosa villa a las afueras de Roma. Y ahí deberían de haber salido los títulos de la película que más te ha jodido la vida.

Pero no, hoy tienes derecho a ser un poco miserable. Hoy se te ha juntado todo. Un adiós del presente, y un adiós del pasado. Beberé por el presente que se me escapa. Beberé por el pasado que se escapó, y beberé con escepticismo por un futuro cada vez mas lánguido e insulso.

Brindo por mi. Por todos mis yos. Por los habidos y por los futuros. Los que se escribían cartas a sus yos del pasado, y por los yos que las reciben. Por los que soñaban y los que no se atrevían. Por los que amaron y los que odiaron.

Por ellas. Brindo por ellas. Por todas y cada una de ellas. Por sus taras e imperfecciones. Por sus errores y por los míos. Sobre todo por míos,que tanto daño han hecho y aún no me he perdonado.

Por mis padres, que me quieren. Por mis amigos que me soportan, aún sin comprenderme. Por mis hermanas que son un espejo de las decisiones que uno toma en vida. Por José Enrique y los malditos miércoles soleados, como hoy. Por mi perra y su compañía invisible. Por mi Tata allá donde esté.

Por todas las razones por las que merece la pena seguir quejándose. Por la velocidad. Por el alcohol. Por la alegría esquiva. Por la pena eterna. Por los rincones donde fui feliz. Y miserable. Por la inocencia. Por la soledad.

Hoy brindo por todo eso a lo que me tengo que aferrar.

viernes, 25 de mayo de 2018

3001 días después...

Prefiero la ruina y el lamento
a no sentirme especial. 
Antes solo que mediocre. 
Antes triste 
que vendido a una integridad altanera, 
donde el calor no calienta 
ni los sentimientos duran.  

Hollywood para Hollywood. 
Miseria para los románticos.
Los de verdad. 
Los que nos hemos engañado tanto 
que nunca más seremos libres. 
Los que hemos perdido el barco
y desde tierra
rezamos por la salvaguarda de los que se alejan.

Ellos no volverán la vista atrás.

Sé lo merecen. Se merecen una vida sin ti, aunque tu fueses mejor a su lado. Seres así no admiten una segunda equivocación. Y a ti te concedieron setecientas. Y demasiados años. Demasiados días. No te la mereces, y por ello fantaseas con el pasado.  Porque el presente no abruma y el futuro disgusta. 

Estoy cansado de no darme tregua.  De pensar en blanco y medir su vacío. De dejar que el peso de lo vivido hunda una esperanza tras otra. Pero luego suena una canción, y el presente no vale y el futuro no existe.  Es el pasado lo que me reconforta, y en el no hay justicia, ni mucho menos esperanza...

Dissolve me: Percepciones y reproches...

Truenecitos y lluvia. 
Arrebatos de tiempos no vividos 
donde todo se soñaba mejor. 
Grandes esperanzas, 
en las que sólo cabían fracasos.

Blue Label...

Conozco esta linea,
es parte de mi canción.
Esa que se repite en los rincones de mi cabeza
a los que solo llega el whiskey.

Y ella sigue allí,
con mi cabeza bajo el brazo,
saludando victoriosa desde el más allá.
Pero no hay victorias.
No hay ganador ni premio.
Solo queda olvidar,
y lo intentas
pero nada cambia el ritmo,
y cuando menos te lo esperas
tienes treinta y tantos
y sigues con el mismo compás.

La misma puta copla
cansina,
que te atrapa desde que eras un niño.
Eso es.
Sueños de un crío
atrapados en una vida excelsa.

Podría ser feliz,
pero resulta más fácil quejarse y beber.
Mierda.
Levántate.
Ella ya lo hizo.
Solo llevas tres años de retraso.
O cuatro.
Ya perdí la cuenta.
Se que suman casi diez en total.
Diez años siendo un miserable.
Hay quien se mete una china en el zapato.
Hay quien se la mete en la cama.
Tú haces las dos.
Sin éxito ninguno.

Pero al margen de las bromas de mal gusto...
¿Que tiene el whiskey que enamora?
¿Un cosmopolitan en el Che Bar de Helsinki?
¿Un Talisker en un bar perdido en Aoyama?
¿Un Doble Black a morro, en una duna en Túnez?
¿O un Glenmorange en el sur de Escocia con mi difunto cuñado?
Al final da igual.
Solo queda el poso.
El aroma de la turba se funde
con los sueños que se van por el retrete.

domingo, 20 de mayo de 2018

Diógenes...

Unas puertas se cierran y otras se abren. 
Pero sólo para los que viven en el presente. 
Yo miro las puertas cerradas, como un perro 
esperando a que su dueño muerto vuelva del trabajo. 

Ellas no están muertas, 
pero no abrirán la puerta. 
No a mi. 
No al perro. 

Y las puertas se abren a mi espalda, 
pero yo no las veo. 
No las miro.
No las quiero. 

Quiero mi puerta. 
La suya.
Adoro esa jodida puerta. 
Prefiero ese portal 
a cualquier cama. 

Mañanas de recelo...

Y me gustaría sentarme a escribir 
y no hablar de la pena. 

Me gustaría decir que no la echo de menos.

Que no me duele el vacío.  
Que no notas su ausencia. 
Me gustaría escribir toda una lista de "nos". 
Que no, que no y que no. 
Qué lo he superado. 
Que cada día es más fácil. 
Que me he quedado con lo positivo. 
Que todo tiene sentido. 

Me gustaría poder mentirla 

y seguir sonriendo. 
Me gustaría poder llegar a creerme 
que no todo va ir a peor. 
Pero luego llega la vida y se ríe de tus ruegos, 
y tú te sientas y escribes esto. 

Aquilonia la vieja...

Hubo un tiempo en el que no había que buscar los versos. Eran tan naturales como el despertar o el soñar. Hubo un tiempo en el que el escribir, lejos de ser una motivación era una realidad que me acompañaba a donde fuera. Pero ha llovido mucho desde entonces.

Hoy, ni el sueño ni la poesía viene fácil. Aquilonia quedó muy atrás. Y solo con la perspectiva que da el tiempo, puedo mirar al pasado y decir que fui un poeta, sin abrumarme ante la magnitud de la palabra.

 Tendemos a no valorar lo que hacemos, y eso se extiende en muchos casos a lo que tenemos. Aún hoy sigo pecando de esa maldición que dio nombre a este blog y me llevó a flirtear con el budismo. La insatisfacción se manifiesta en el momento en el que no se valora lo que te rodea. Y eso, más allá de menospreciar tu esquema de vida, trasciende a las personas. Duhkha. Una maldición que se repite una y otra vez. Una enfermedad que puedo rastrear hasta los principios de mis relaciones.

Rastreando, lo único que me queda claro es que hubo un punto de inflexión en mi vida. El punto en el que abracé el recuerdo de una realidad y la elevé a un plano inalcanzable. El plano de los sueños y las memorias perfectas. Todo dejo de tener valor por si mismo y se volvió objeto de comparación.. Un juego sádico donde se compara la realidad, con el recuerdo de los momentos vividos a su lado. Con el tiempo, ese recuerdo crece y crece hasta convertirse en algo intocable, y lo que sale perdiendo es contra lo que lo comparas. En este caso, la realidad.

Si. Triste desgracia cuando los sueños son más reales que el presente. La realidad pierde fuerza y pegada. A grandes rasgos, la realidad pierde realismo, y un recuerdo se convierte en algo más tangible que una caricia.

Te vuelves un amasijo de durezas e hipersensibilidades que dejas de controlar. Siempre susceptible a que cualquier acontecimiento acabe en un recuerdo que a veces ni siquiera eres capaz de identificar. Y el día menos pensado te encuentras llorando por las calles, sin ninguna razón aparente, abrazado a memorias que se convierten en un credo.

Lo peor es, que aún siendo consciente de todo ello, soy incapaz de despegarme de esa mentira que es el recuerdo. Demasiado fuerte. Demasiado bonita para tumbarla. Sin quererlo has hecho tu casa en sus raíces y te cobijas de la realidad con las ramas que entran por la ventana.

Matilda...

Cada día es un poco más difícil encontrar ilusión en otra persona. El respeto o la admiración necesaria para que la relación prospere se plantea complicado cuando miras atrás. La comparación, es inevitable, y cada día hay más donde comparar. A eso se le añade los achaques de una memoria que tiende a exagerar los momentos vividos. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Con ese axioma en la cabeza es complicado ser feliz.

Atesoro demasiado. Caigo en el error de adorar mi pasado y la persona que era. El presente se me antoja mediocre, y el futuro decadente. Pero si mi pasado era bueno, es porque ha habido personas que me han hecho ser mejor. Y aún con todo vivo con la ilusión, poco probable y menos real, de que aparecerá alguien que vuelva a sacudirme el mundo y que me haga volver a soñar. A veces la llamo Matilda, y solo sé como son sus ojos. Lo demás es un misterio que empieza con el lastre de romper las expectativas que se han ido acumulando.

sábado, 7 de abril de 2018

Corrientes continuas...

Mientras te recuerdo, el mundo sigue con su mundanidad. Pero el autocorrector me corrige y me recomienda que escriba mundanalidad.

¿Que sé yo? Mundanalidad me suena fatal, pero hay demasiadas cosas que me suenan mal hoy en día, y demasiados peros en mi vida.

Demasiados peros
para saber nada.
Y la nada me persigue.
Y tu sigues ahí.
Atormentando.
Torturando.
Dando sentido a mis días.

La copa se deshace cada noche. Y en cada sorbo hay más agua. Y más dejadez. Y no hay sabiduría en mis decisiones, ni en mi vejez. No hay nada a lo que atenerse. Tan solo un poso de resignación. Un poso que lleva tu nombre. Y tú no lo entiendes. Estás demasiado lejos para entender...

Tus recuerdos
imbuyen de brío mis días.
Los amenizan y los hunden, a la vez.
Y me torturo pensando
que en mi recuerdo solo hay desdicha.
Desdicha para mi
y vergüenza para ti.

Y hay demasiadas "ys".
Y tú no quieres palabras ni promesas.
Te sobran.
Eres una persona de gestos.
De sentimientos procelosos.
De realidades cuidadas.
Tenebrosas y fantásticas.
Eres eterna.
Y yo...

Yo soy mundano.
Más de lo que me gustaría.
Más de lo que te mereces.
Y aún así
creo que nadie te podrá hacer más feliz que yo.
Porque yo,
a tu lado,
no soy mundano. Ni vago.
Ni pequeño.

A tu lado
soy
todo lo que alguien puede aspirar a ser.

Hubo una vez en la que brillamos.

martes, 27 de marzo de 2018

Thalassa...

El influjo de los maestros, llega hasta donde llega. Después te quedas solo y te toca seguir bailando sin música.

Ya no hay claros de luna, al menos no desde donde escribo, y la "obscuridad" se ha vuelto tan anodina en mi día a día, que parece absurdo siquiera el mencionarla. En cuanto a los leopardos... En fin. Eso ya es otra cosa. Nunca lo terminé de entender. Más allá de lo rimbombante que pueda sonar, y lo mucho que me guste el animal, se me escapan las metáforas, los simbolismos o sabe dios que leches sería eso.

Profundizando un poco más en los leopardos, pero ya sin intención de comprenderlos, mis ánimos de caza poco se asemejan a los del majestuoso felino. Yo no cazo de noche. Por la noche, en el mejor de los casos, recojo lo que se me ha ofrecido durante el día. Si no ha habido suerte, generalmente me lamo las heridas como estoy haciendo ahora mismo, encomendándome a algún dios pagano y a poder ser, al son de una copa de algo que sea más fuerte que yo.

Es complicado esto de entregarse a una hoja en blanco cada noche. Especialmente cuando no tienes nada que contar, y tu imaginación no da para recrear mundos mágicos donde personajes fantásticos tienen que hacer gala de habilidad, ingenio y carácter, para hacer frente a grandes retos que una vez superados les elevan a un plano de revelaciones personales a modo de moraleja. No. Mi puta realidad es tan sencilla y a la vez tan absurda, como solo la realidad puede ser. Me sobra y me vasta con esta pequeña aventura diaria que es sobrevivir a las expectativas ajenas, a los principios propios y de paso, intentar no cabrear a la gente a la que estimo.

Allá quedaron los trabajos de Hércules. A mi aún, me faltan once...

lunes, 26 de marzo de 2018

El arte de virar o como aprender de la ostia...

A veces caerse es avanzar. Especialmente cuando corres en dirección contraria. Los hay que saben parar y dar media vuelta. Hay quien incluso sabe girar corriendo. Yo necesito caer, para darme cuenta de a donde coño estoy yendo...

Túnez...

Facilidad y entrega.
No.
Resignación contemplativa.
Budismo con un punto de añoranza.
Absurdo,
como todo lo que me rodea.

Mejor no pensar.
Pero si no pienso,
no actúo,
no espero,
no vivo,
no muero...

El frío me persigue. Incluso en Túnez. Incluso en el maldito desierto. Día y noche. Se mete en los huesos y rezuma por cada poro. Pero creo que estoy en calma. No sé donde estoy, pero creo que estoy bien. Esto debe de ser estar bien. Tampoco sabría distinguirlo. Llevo demasiados años deprimido como para medir.

Estoy aprendiendo a no esperar. No sé si es el principio o el final, pero a veces, entre el frío, siento paz.

Quiero pensar que no es abandono, sino aceptación. Fijar un nuevo firme. El anterior se quedó muy abajo. Muy antiguo. Obsoleto.

Quizás es lo que toca. Lo que llevaba necesitando todos estos años. Un nuevo fondo donde empezar. Sin atajos. Sin distracciones. Sin escusas. Tengo que soñar en el mañana. Un mañana que me ilusione.

Ilusión.
Ilusión, ilusión, ilusión...
No me canso de buscarte.
Te encontraré y te haré mía.
Por lejos que estés.
Por barata que seas,
te haré digna.
Digna de querer,
aunque para ello tenga que mancharme.
Imbuirme de vulgaridad.
Bajar al barro y abrazarlo.

Quizás sea momento de madurar. De asumir
que no hay sitio para el romanticismo.
Que las ruinas
no dan calor,
ni te abrazan por la noche.

Quizás sea el momento de entender
que la trascendencia,
la puta trascendencia,
pueda ser un hijo
en lugar de una carta de despedida...


sábado, 24 de febrero de 2018

Ramplón ...

-No suenas bien.
-Tampoco estoy mal.

Como decía el chiste: "Cero grados; ni frío ni calor". Me revuelvo en mi propia dejadez, como un cerdo en la mierda. Una actitud contemplativa y ramplona que parece que lo envuelve todo. Una marcha directa que te permite pasar por la vida viendo a los peatones desde la ventanilla. Ellos viven su vida. Yo estoy en pausa, inmerso en un torpor invernal, más propio de un otoño largo. Sin demasiados visos de cambiar. Nada inquietante en el horizonte. O quizás si lo haya, pero ahora mismo no me lo parece.

Me dejo llevar mientras la gente a mi alrededor parece que disfruta. A veces, incluso, pese a mi compañía. No puedo decir que esté mal. Pero para eso tendría que hablar, y no me apetece...