Cada día es un poco más difícil encontrar ilusión en otra persona. El respeto o la admiración necesaria para que la relación prospere se plantea complicado cuando miras atrás. La comparación, es inevitable, y cada día hay más donde comparar. A eso se le añade los achaques de una memoria que tiende a exagerar los momentos vividos. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Con ese axioma en la cabeza es complicado ser feliz.
Atesoro demasiado. Caigo en el error de adorar mi pasado y la persona que era. El presente se me antoja mediocre, y el futuro decadente. Pero si mi pasado era bueno, es porque ha habido personas que me han hecho ser mejor. Y aún con todo vivo con la ilusión, poco probable y menos real, de que aparecerá alguien que vuelva a sacudirme el mundo y que me haga volver a soñar. A veces la llamo Matilda, y solo sé como son sus ojos. Lo demás es un misterio que empieza con el lastre de romper las expectativas que se han ido acumulando.
domingo, 20 de mayo de 2018
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