domingo, 20 de mayo de 2018

Matilda...

Cada día es un poco más difícil encontrar ilusión en otra persona. El respeto o la admiración necesaria para que la relación prospere se plantea complicado cuando miras atrás. La comparación, es inevitable, y cada día hay más donde comparar. A eso se le añade los achaques de una memoria que tiende a exagerar los momentos vividos. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Con ese axioma en la cabeza es complicado ser feliz.

Atesoro demasiado. Caigo en el error de adorar mi pasado y la persona que era. El presente se me antoja mediocre, y el futuro decadente. Pero si mi pasado era bueno, es porque ha habido personas que me han hecho ser mejor. Y aún con todo vivo con la ilusión, poco probable y menos real, de que aparecerá alguien que vuelva a sacudirme el mundo y que me haga volver a soñar. A veces la llamo Matilda, y solo sé como son sus ojos. Lo demás es un misterio que empieza con el lastre de romper las expectativas que se han ido acumulando.

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