jueves, 31 de agosto de 2017

Ba bling...

Ese momento genial en el que te das cuenta de que en tu vida, no existe un estado temporal de locura y descontrol, sino que es tu propia esencia. Algo así como tu sello de identidad. Que tu búsqueda no corresponde a la juventud ni a la pubertad. Que es algo que está enterrado junto a las raíces de lo que eres. Que vas a estar perdido toda tu puta vida. Y que cuanto antes lo asumas y dejes de intentar buscarte, mejor será para todos.

Baila maldito, baila...

Siempre habrá ese estigma en mi corazón. Un aliento alcoholizado y una sombra más oscura que la noche. Siempre habrá esa furtiva atracción hacia la decadencia y la nostalgia, pero mientras haya razones por las que tener ilusión, la decadencia puede esperar. Ya habrá tiempo para la destrucción. Se quiera o no, siempre acaba por llegar. Ahora disfruta idiota, disfruta. Sigue la música, aunque tu no sepas bailar...

Lo que queda...

Porque la tortura y la pena,
el desconcierto, y la ausencia,
es lo que se queda.

Los recuerdos limpios y enlucidos, amarillean. Van perdiendo veracidad mientras ganan sentimiento.
Y la realidad tampoco ayuda. Se desdibuja, hasta el punto que acabas pasando las noches abrazado a un recuerdo que nunca ocurrió.

De las verdades que nunca fueron, nacen las mentiras del mañana. Y así se pasan los días, flotando entre lo que fue, y lo que pudo haber sido.