martes, 14 de diciembre de 2021

Bueno para nada...

Bueno para nada. Y de regalo un "malo en muchas cosas". "Gracias". Lo podría intentar explicar, pero creo que ni eso se me daría bien. Uno piensa que la experiencia sumada debería ser un grado, y seguramente lo sea, pero todavía sigo buscando en qué. ¿En la vida? Si me van a dar una chapa por participar, mejor darme dos, por si la pierdo.

Cada día llevo peor el beber, no por las resacas, si no por la lentitud adherida. Quizás siempre estuvo ahí, pero no me daba cuenta. Quizás antes tenía donde despilfarrar. Ahora me cuesta. Cada nombre. Cada fecha. Cada copa... Pesa. Pesa todo lo bebido, pero no lo suficiente como para no recordar lo que fui... Y eso jode. 

Supongo que podría beber por ello, pero lo cierto es que ya no tiene sentido. Antes al menos escribía bien. O al menos eso creo. Escribía honesto, y ahora... Lo pienso todo demasiado. Quizás antes también, pero desde luego iba más rápido. 

El tiempo pesa. y la paciencia amodorra. A cierta edad todo deja de fluir como antaño. ¿Ahora hago referencias sexuales? Por lo visto si. No sé si estoy preparado para hablar de esto, pero, si mis dos neuronas rampantes están haciendo estragos por contarme algo ¿quién soy yo para impedir que se explayen? 

-¿Qué pasa chicos? ¿Qué queréis decirme?¿Qué Tom se cayó en el abrevadero? 

No. No seamos una galería del destape, hablando de todos los temas tabú, a sabiendas de que no nos leen.

Hablemos de la sin razón. De ser bueno en nada, solo para darte cuenta de que estabas mejor calladito. Que si me hubiesen dejado un yoyó, quizás habría hecho algo más grande en la vida. Pero no. Tampoco es eso. No hace falta exagerar, porque al final voy a salir en mi propia defensa y hacer un "speach" sórdido y triste de que al menos lo intenté. Prefiero quedarme con el yoyó. Tiene un punto más nostálgico. De hecho no se me ocurre nada más deprimente. Imaginároslo: 

-Con ustedes, un joven de 36 años y su yoyó. Pasen y vean - Y ahí, detrás de la cortinilla roja, un señor de edad avanzada (sabe dios lo que significa eso), con unos pantalones de una talla menos, que acentúan aún más los michelines que se entrevén  bajo una camiseta de distinto matiz de negro, hace lo que puede con su yoyó. La gente le mira estupefacta mientras él, con más arte que gracia, deja ver lo mejor de si mismo. 

-Que lástima -dice uno. 

-Pues no está tan mal - repara una señora. E Ian, sin perder concentración, sigue ahí, dándolo todo con su yoyó...

domingo, 13 de junio de 2021

Un río para su pueblo...

Desde que tengo edad para recordar, siempre me he asociado más con las figura del perdedor que con la del que triunfa. En estas mismas páginas he hablado largo y tendido sobre la esencia del perdedor. Supongo que abrazar esa figura es un mecanismo de defensa, que te permite anticipar un posible fracaso. Sea como sea, siempre he mirado con cierto recelo la historia de los ganadores. En parte también por envidia, en parte también por creer que hay más donde aprender en el fracaso. Lo cierto es que me equivocaba. Ser un ganador es una actitud ante la vida. No se trata tanto de los resultados si no de la forma de afrontar lo que te llega. Ser un ganador es sacarle el máximo partido a cada situación. Ser un ganador es aprender a apreciar la vida.

Como siempre, tiendo a descomponer todo en pasado, presente y futuro. Es algo que hago, incluso con las cosas que no permiten ser vistas con esa perspectiva. Me gusta ver como el paso del tiempo afecta todo lo que me rodea, y en este caso es especialmente interesante, mirar estos parámetros desde los ojos de un ganador. Un ganador solo mira hacia atrás para regodearse de los buenos recuerdos o para no volver a caer en errores pasados. Tiene la capacidad de filtro de no ahondar en cosas que no se pueden cambiar. No regodearse en la nostalgia, salvo que sea para honrar a los que no están. Y de hacerlo, siempre a modo de celebración y de homenaje. 

Un ganador sabe mirar al futuro en busca de ilusión, pero sin que eso le quite tiempo de vivir en el presente, que es donde realmente saca su mayor provecho. Es su momento preferido. En el que ocurren las cosas. Donde hay que estar y cuando hay que estar. En el ahora. Y lo disfruta tanto, por que tiene la certeza de que lo que está ocurriendo es lo mejor que puede ocurrir. Que lo que está pasando es lo mejor que puede pasar. Y esa creencia la lleva hasta donde la inteligencia le permita, y solo ahí, cuando no haya más donde rascar, aprende a reírse, con la tranquilidad de saber que por su parte lo ha dado todo. No es que no pierda nunca. Es que hasta cuando pierde gana, porque lo que hace de un ganador un Ganador, es sacar de la derrota una victoria. Por actitud, por optimismo y por alegría. Así piensan los ganadores. Los que nunca pierden. Y me equivocaba al ser receloso. Me equivocaba al creerme más afín con los perdedores. Es maravilloso tener a personas así al lado. Te contagian de optimismo y te hacen ver lo maravillosa que puede ser la vida. Por momentos, te hacen ser un ganador a ti también...

A mi primo