domingo, 22 de noviembre de 2009

Creando caracter...

Grito,
en silencio,
y desde la inmensidad
de una noche sin fin,
solo mi eco responde:
Esto es lo que querías.

Disfruta...

martes, 10 de noviembre de 2009

Mind feedback...

Recuerdo mis miedos de niño. Tenía miedo a tener miedo. Con solo cerrar los ojos, una sensación de agobio me rodeaba. No tenía miedo a nada. Solo a tener miedo. Me daba pavor. No quería pasarlo mal. No quería que el miedo me invadiese, por que sabía que una vez estuviera en mi, acamparía en mi cabeza hasta la mañana siguiente. Cerraba los ojos, y en la soledad de la noche notaba como mi mundo se petrificaba. Nada que hacer. Ya estaba en mí.

¿Donde miramos cuando cerramos los ojos? Yo miro arriba, al futuro, hacia adelante. Hoy, cierro los ojos, pero no por ello dejo de ver. Sigue habiendo obscuridad, pero ya nada se petrifica. Entre esa negrura que se crea al mirar con los ojos cerrados, distingo formas, que se difuminan, para dejar paso a nuevas insinuaciones, que me esfuerzo por identificar. La imagen que se crea en el dorso del parpado, no es más que lo que nuestro subconsciente proyecta desde el fondo de nuestra cabeza. Ultimamente me paso las noches, en este cine casero que tengo por cabeza, adivinando garabatos. Intentando desentrañar lo que mi subconsciente se esfuerza en ocultarme.

Hoy, poco ha cambiado. Ya no tengo miedo, a tener miedo, pero si, a no vivir lo que tengo que vivir. Vivo para no desvivirme por no haber vivido.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Early winter...

De vuelta a casa, tras una escapada por la ciudad, observo a la gente que me acompaña en el autobús. Todos callados. Todos fineses. Todos con la mirada perdida en la inmensidad de la noche nórdica. Ilumina el cielo una luz amarillenta, parecida al clamor de las farolas de una noche de bohemia. Obscuridad eterna.

Pero hoy, todo es más claro. Me bajo del autobús, una parada ántes. Aunque más largo, el camino bordea el mar, y la noche lo merece. La primera nevada se hace patente nada más poner el pie en el suelo. Pese a la ropa, noto como el frío me envuelve, y me empuja a andar. Me hundo en los pocos centímetros que han conseguido cuajar, como si de almidón se tratase. Una alfombra blanca se extiende ante mi. Escojo, caprichoso, donde dejar el rastro, de mi vuelta a casa. Me esfuerzo por andar firme, como si de ello dependiese la huella que voy a dejar. Busco la huella perfecta a cada paso que doy. La nieve crepita bajo la suela de mis botas, con un sonido hueco. Mi mente, como siempre, incapaz de conformarse con el estallido de sensaciones que la noche me brinda, se pregunta cuantas bofetadas me daré haciendo el gilipollas en la nieve, antes de que acabe el año.

Una suave brisa invernal sopla del Este, creando olas que se pierden entre los juncos. Un escalofrío me azota, y tras la bufanda que envuelve mi cara helada, se esboza una sonrrisa.

martes, 3 de noviembre de 2009

Hilos de hipocresía...

Excéptico,
nadie.
Todos son ruines,
Egoístas
Todos son ellos,
ninguno soy yo.
Desconfío
No espero nada
de nadie.
Esperar te hace débil.
No.
Estoy solo,
y me sirvo
me basto
no los quiero.
No los necesito
A nadie.
Libre,
independiente
Yo.

¿Lazos de confianza?
Hilos de hipocresía.