lunes, 22 de junio de 2009

Juegos de seducción...

Mi orgullo y mi moral te temen.
Estás en guerra con ellos
desde antes de conocerme.

No concedes tregua ni piedad.
Ocultas todo atisbo de sensibilidad
antes de que yo pueda aprovecharme.
Tus ojos intentan decir,
lo que tu cabeza se esfuerza en callar.
Y tus labios, 
testigos de todo,
musitan lindezas
que solo tus oidos
alcanzan a escuchar.

Si tan solo dijeras la mitad
de lo que dicen tus besos...

La necesidad de creer...

El estilo de vida moderno, ha dejado a la fe en un segundo plano, muy alejado de lo que antaño fue. Vivimos en un mundo materialista, que se rige por los avances científicos y tecnológicos, y con una mentalidad muy susceptible a creer en aquello que no se puede probar. Pese a esto, el hombre no le ha dado la espalda a la religión, ya que como tantos otros inventos, todavía, sigue siendo necesaria.

A mi modo de ver, la religión surge para satisfacer la necesidad imperiosa del ser humano, no solo de saber que hay más allá, si no de dar esperanzas donde no las hay. El mundo no funcionaría, si la gente que se muere de hambre, no tuviera la esperanza de que más allá de esta vida de sufrimiento, le espera su recompensa. Es ley de causa efecto. Para cada acción, hay una reacción. Y ante la necesidad, el hombre crea un remedio. Dios existe para los que lo necesitan. Para los que tienen que pensar que hay algo superior, que vela por ellos desde la distancia. Algo inabarcable para el ser humano, que les hace sentir protegidos ante un mundo cruel y despiadado.

Dios no creo al hombre. El hombre creo a Dios, con la finalidad de dar esperanza, allá donde la lógica no lo permite. Nadie necesita creer cuando todo va bien. Pero son pocos los que cuando las cosas se tuercen, y la solución esta fuera de su alcance, no cierran los ojos y piden para sus adentros que las cosas vuelvan a la normalidad.

Yo, por mi parte, no puedo asegurar que en un cualquier revés de la vida, me vuelva a aferrar a unas creencias que me den fuerzas para afrontar el futuro.

sábado, 13 de junio de 2009

Solo

Te despiertas, todos los días en el mismo cuerpo. Todos los días retomas los pensamientos y recuerdos, donde los dejaste el día anterior. Y todos los días eres tu, y solo tu.

¿Egocéntrico? No. Simplemente eres la persona con la que convives desde que naces hasta que mueres. Has conocido a muchas personas a lo largo de tu vida, pero ninguna de ellas, por muy bien que te conozcan, son tu. Ninguna de ellas ve el mundo atraves de tus ojos. Ninguna está dentro de tu cabeza viendo lo que por ella pasea. Ninguna de ellas es plenamente consciente de tus alegrías ni de tus desgracias. Ninguna de ellos comparte la soledad que te persigue todos los días.

Estás solo.

domingo, 7 de junio de 2009

Esas pequeñas cosas...

Saber por lo que luchar. Sonreír sin saber porque. El cine. Un reencuentro con un viejo amigo. Ayudar a alguien. Sorprenderte a ti mismo. Tener claro lo que quieres. Una copa de vino en la intimidad. La banda sonora de El último mohicano. Un silencio cómodo. Conducir. Mantenerte fiel a tus principios. La confianza. El último pensamiento antes de dormirte. Saber que eres diferente. Disfrutar de una buena pelicula con medio litro de Ben & Jerrys y una cuchara sopera. La familia. Los nervios previos a una cita. El primer beso con alguien. Conversaciones en la cama. El espíritu de superación. Una mirada de complicidad. American Beauty. Una cena entre amigos. Una puesta de sol. Notar el rocío en los pies. Una tarde con un buen libro. Correr por la playa. El apoyo de un buen amigo. Quedarte media hora más en la cama. Una copha. Reírse de un mismo. Saber que eres importante para alguien...

sábado, 6 de junio de 2009

Obsesiones...

Entran en nuestra vida, y la revolucionan. Son capaces de hacernos perder el juicio, el orgullo y la visión. Nos obsesionamos con lo que creemos que está fuera de nuestro alcance, y cuando lo conseguimos, nos damos cuenta de que durante el propio proceso obsesivo, hemos desvirtuado la realidad, moldeándola a nuestro antojo. Es tanto lo que nos hemos imaginado, que la realidad, rara vez esta a la altura. Te das cuenta de todo lo que tenías antes, y todo lo que no supiste apreciar por estar pintando el mundo a tu gusto. La alegría, deja paso rápidamente a un vació que te sobrecoge. ¿Y ahora que?

Pues nada. Te quedas con cara de tonto, sin entender muy bien que es lo que falla. Buscando el momento en el que perdiste la perspectiva de lo que era real, y lo que tu querrías que fuera. Te acuerdas de la escena final de “El graduado” y de como un final bonito puede ser a la vez tan amargo. Tan duro. Tan irreal. Pero lo realidad supera muchas veces la ficción, especialmente cuando te obsesionas. No es tan complicado vernos en las carnes de Gene Wilder en “La mujer de rojo”, o Dudley Moore en “10, la mujer perfecta”. Las obsesiones siempre acaban en insatisfacción, pero...

¿Acaso no es bonito perder la cabeza de vez en cuando?

jueves, 4 de junio de 2009

Muñecas de Porcelana...

Desprecio todo lo que representas.
Me repugna lo que tu veneras.
Eres parte de la enfermedad
que infecta nuestras vidas.
Presumes de ese precioso envoltorio
que esta lleno de nada.
Ninguna aspiración propia
se esconde tras esos párpados.
Y sin embargo, cada noche
arrebatas corazones de pobres infelices
que nunca sabrán lo poco que se perdieron.

lunes, 1 de junio de 2009

Recuerdos...

Fragmentos desmenuzados, envueltos en una niebla densa que tu mente se esfuerza por aclarar. Olores que te abren las puertas a un mundo olvidado, te precipitan a momentos pasados, de los que no conservas más que ese aroma y, quizás, un sentimiento de calor. Calor humano. Te esfuerzas en balde, incapaz de traerl de vuelta sensaciones y recuerdos. Están arraigados en el fondo de ti. En lo mas profundo de tu persona. Aquello que jamás podrán cambiar. Lo único que es realmente tuyo.

Sensaciones que te embriagan, te ciegan, te acurrucan, y te hacen pensar en épocas pasadas. Momentos en los que vivías del desconocimiento, creyendo que durarían para siempre. Que siempre podrías volver y sentir ese calor, o oler esos perfumes y ver esas caras. Fotogramas que aparecen en el dorso de tus párpados, de situaciones que tus ojos nunca llegaron a ver, pero que tu mente fabrica, para satisfacer la necesidad de verte desde fuera, integrado con el resto de la escena. Años recogidos en un par de instantáneas mentales. Imágenes que con el tiempo pierden color y definición, como si de fotos dejadas al sol se tratasen. Recuerdos, que pierden nitidez, mientras ganan sentimiento.