domingo, 6 de diciembre de 2015

Un hermano...

Aún me acuerdo de ese brillo. Aquella mirada nítida y limpia. Todo era de lo más normal, hasta que apareció aquella distorsión al otro lado del espejo.

Recuerdo un gesto. Un hilo de luz. Una mueca, como si desde lo más profundo de aquella mirada, alguien me sonriera. Y sin saber como, mi pupila dejo de ser mi pupila, y se convirtió en la suya.

Vi toda la maldad que un brillo puede engendrar. Sentí su frío como un calambre. Un frío, mezquino y despiadado recorriendo mi cuerpo. No había voces. No hacía falta. Su pensamiento era el mío. Supe lo que él sabía. Supe lo que se proponía. Quería salir. Quería salir y yo no sabía frenarlo.

Incapaz de moverme un ápice, vi como empezaba a reptar, buscando la luz. Buscando la salida. No encontró resistencia a su paso. Mi voluntad no era ya mía. Contrayendo cada músculo de mi cara, me mostró la suya. Mía, suya. Mía, mía. Toda suya. Aquella cara no era humana, pero de alguna manera seguía siendo la mía. O no. Era como mirar a un infinito conocido. A un pozo donde nadan todos tus secretos. Algo embebido de vergüenzas y bajezas. Y sin embargo en su mirada había gozo y delirio. Había un loco. Un sádico. Y en esa cara poseída, pude distinguir a un compañero de fatigas. Alguien con quien había compartido cada momento de flaqueza.

Llevaba ahí dentro toda una vida. Y eso es lo que más me atormentaba. No tanto la maldad que desprendían sus ojos, sino lo familiares y cercanos que me resultaban. Era la primera vez que me enfrentaba a ellos, pero no la primera vez que los veía. Los reconocí de relámpagos en espejos y cristales. Siempre a mi lado. Fugaces, pero presentes en cada decisión y en cada momento de rabia. Eran lo más parecido a los ojos del hermano que nunca tuve. Un hermano que estaba intentando salir de ese cuerpo. O hacerlo suyo. Ante esa idea, el pánico me sobrecogió, y cerré los ojos, a tiempo de evitar que saliese de su escondrijo.

Se quedó dentro. Como siempre estuvo. Dentro. Donde siempre ha estado.

No ha vuelto asomar. Al menos no así. Quizás porque no le haya dejado, quizás porque no haya querido. Sea como sea, a veces siento esa sonrisa socarrona en el fondo de mi pecho, y temo por lo que pueda estar tramando.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Gran Torinos...

El sol pica en mi cara, y yo me escondo tras unos parpados blancos. Casi vírgenes.

Clint lo entendía bien. Una cerveza en una mano. Tu perra dormida a una distancia prudencial de la otra. Podrías hacerle un arrumaco, pero arruinaras su sueño. Y el momento. Hay veces que una distancia medida puede ser más intensa que la más pura de las caricias. Y mientras pienso en todo esto, el sol sigue entrando a raudales por el porche.

Desde el salón, llegan las rimas del gilipollas de Sabina, que sacan una faceta desconocida de mi. Y todo bañado por un sinsentido precioso.

El peso de la vida se siente adecuado. Justo y necesario. Es algo extraño. Es un estado de aceptación y parsimonia. Tu perra lo sabe. Y tú, a veces, también. Ella abre un ojo y te llena de sabiduría. No puede hablar. Ni falta que hace, porque esa mirada vaga y tullida solo quiere decir una cosa: "Esto es así". Y podrás vivir aceptándolo, o morir negándolo, pero lo cierto es que importa bien poco. Esto es así.

Y asi es. Vuelves a mirar de lleno al sol, como si la resaca no fuera contigo, y entiendes que hay futuros a los que tendrás que hacer frente. Momentos buenos y momentos malos. Y bebes otro trago. Y la cerveza cae espesa por tu garganta. y lo asumes. y aprietas los puños preparándote, para un momento que no esta cerca. Porque este momento, es lo más parecido que conoces a la gloria. Con tu perra a un lado y una cerveza al otro.

Otoño...

Busco
un esperpento que me ilumine.
A mi.
Al día.

Siento el frío y la fatiga en mi cara.
Me rindo
a una mañana interminable, y mi ánimo se desparrama.

Estoy entregado a la causa.
Entregado a la nada.

Devaneos...

Como si de una romance gitano se tratase...

Fin.


No hay mucho mas que decir. Tan solo dejas que la música suene y los dedos repten por un teclado maldito. Extrañas el sonido que el grafito hacía a su paso por el papel. Ahora es todo mucho más mecánico. Nada se arrastra. El repicar del teclado es un homenaje ecléctico a las tecnologías y a la podredumbre del individuo.

Creo que Leonardo habría sido un friki si viviese ahora, pero en mi mente prefiero verle como a un visionario que perdía aceite.

Y es que alguien tan obsesionado en su trabajo, carece de sexualidad. O quizás yo sea el obseso que no entiende que alguien pueda dedicar su vida a algo donde no haya perversión. Que absoluto aburrimiento. Una vida sin sonrisas robadas no es una vida en mi libro. Desafiar las leyes de la gravedad y cuestionarse los conceptos que rigen el mundo está muy bien. ¿Pero que hay de follar?

Si para ser un visionario tienes que renunciar a tus deseos y necesidades, hasta el punto en el que acabas trasvistiéndote, plantéate que algo falla. Quizás algo fallase antes. Algún fallo de fábrica, que termine convirtiendo el trabajo en la vía de escape de una mente reprimida.

Me imagino a Leonardo delante de su espejo antes de pintar la Gioconda, bailando al más puro estilo de Buffalo Bill en el silencio de los corderos, diciéndole al reflejo: "I would fuck me. I would fuck me good". De ahí la sonrisa. No es otra cosa que complicidad con su lado más travieso y corrupto, al cual no puede dejar de ver cada vez que se mira al espejo. Esa cara que parece estar musitando: "Nadie sabrá nunca que me estaba estrangulando a mi mismo y machacándomela como un mono, mientras pintaba esto".

Nocturno...

Y con un estruendo entran los bajos. Todo retumba y todo se mezcla.

Es lo que tiene la música, que no se ofende cuando hablas de alturas. Es precisamente en la mezcla de esos locos bajitos con las sílfides más altas y bellas, donde el placer se desboca y da paso al delirio. Poético, Trascendental. Etéreo. Imposible, y a la vez, tan sencillo...

Que vengan los delirios. Que se muera el ruido.

El silencio solo debería romperse por quien sepa llenarlo.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Salas de espera...

Sueros y drogas. La temperatura de torpor de la mosca. La hora bruja en la que la oscuridad abraza al ánimo. El último beso de una despedida. El último latido de un corazón.  El momento antes del accidente. Los escalofríos que te sobrevienen recordando. Los escalofríos de la incertidumbre. El dormir bajo las estrellas. El morir bajo ellas.

Estaremos por siempre perdidos en la dualidad de nuestros hemisferios. De la parte pensante y la parte idiota. De lo racional y lo emocional. De la mente y la entrepierna.

No tenemos más que una cara para que nos la partan. Tan solo un corazón para que nos lo rompan. Y solo una vida para equivocarnos, tantas veces como podamos. Para aprender y sentir cada pequeña controversia. Toda una vida para coleccionar pensamientos que nos atrapen y se queden con nosotros a pasar la tarde.

Como la piel, nos curamos y limpiamos. Cicatrizamos y crecemos. Nos resentimos y secamos, solo, para volver a nutrimos del aire que nos rodea. Sangramos y sentimos las caricias. Y con el tiempo la inminente lluvia. Sentimos y sentiremos, hasta que llegue un día en el que no sintamos nada. Y ya sea por que estemos muertos por dentro o solo por fuera, la vida se terminará. Pero hasta entonces mójate. Baila y explora. Ensúciate y juega en el barro que te rodea. Aprende, y olvida. Equivócate y cáete. Cáete una y otra vez.

No hay nada mas bonito que la cabezonería que tiene la piel para perdonar nuestras torpezas.

domingo, 30 de agosto de 2015

Noches de soma...

Calor y césped mojado.
Huele a verano pero sabe a olvido.
El sake no marida con la música 
ni con los pensamientos. 
Nada lo hace. 
Entropía de recuerdos y sensaciones. 
Todos dispares, 
todas absurdas. 

Si. Así huele el verano
cuando se escapa.
Cuando te abandona, en la cuneta
con un corte de mangas
y un hatillo lleno de batallas malogradas.
Un sinfín de amaneceres
me envenenan.

Inconsciencia 
infecta y podrida. 
Maldita moral laxa.
Maldita conciencia pétrea. 
Distintas caras 
de un mismo fantasma errante.

Corazón de madera,
como los búfalos. 
Como Otelo. 
Como la madre que parió al escepticismo
y al pensamiento esquivo.

lunes, 24 de agosto de 2015

Palmira en llamas...

Haz un silencio antes de hablar. La situación lo requiere. No hacen falta violines, solo la solemnidad de un silencio inverosímil. Bien. Continua.

Hablemos de algo fútil. Hablemos de la vida. Hablemos de que cojones hacemos aquí. Parece ser que todo el mundo sabe a donde va y que hacer. Parece que el admitir que uno no tiene ni puta idea de que hace en este mundo es un pecado. Algo por lo que tus padres te esconden en la alcoba hasta que se marchan los invitados. Y tu sigues viendo caballos blancos galopando hacia una inmensidad que se te antoja bonita. Y te preguntas si acaso eso no es lo que importa. Correr hacia un vació, y dejarlo todo en el desfiladero. Todo por ese momento de libertad e irreflexión.

Pero en este mundo eso no sirve, porque por lo que yo he visto, siempre hay un mañana. Llegará el día en el que no lo haya y todo importará una mierda. Pero hasta entonces, habrá despertares, y esas alegrías e irresponsabilidades atentarán contra tus libertades futuras. ¿Y entonces que cojones hacen esos caballos corriendo en mi cabeza? Una tara más. Otra para la larga lista de sin sentidos que almaceno. Y es que solo un loco intentaría darle sentido a un mundo como este.

Recuerdo siendo pequeño y pensando la altura a la que volaban los adultos. Con un sinfín de decisiones que tomar. Dilucidando entre responsabilidades y quehaceres, Transcendencia sobre transcendencia. Dejando huella en cada latido. Al menos eso pensaba. Sin embargo, ahora que lo veo de cerca, siento el terror de la mediocridad. Ante mi una gran mentira. Mundana y farragosa, y que a la vez no puede ser más real.

Con la suerte siempre guardándome las espaldas, y el pan bajo el brazo, se abre la brecha al inconformismo y a la locura. Demasiado tiempo para pensar. Demasiados caballos y niños muertos, como para poder entenderles. Como para entender a nadie. Entiendo a los caballos y a las moscas, pero no entiendo a mis semejantes. Y en mi batalla por encontrar un hilo de coherencia en esta patata de mundo, acabo enmarañado. Inmovilizado por mis propias ganas de darle un puto sentido a todo.

 Se supone que tengo que decirle adiós a mis caballos y a mis rinocerontes, y asumir la vida de rectitud y mediocridad emocional que ellos tienen. Buscar metas realizables y no pensar, por que cuando pienso vuelven a encerrarme en la alcoba, y solo veo las espaldas de las personas a las que debería de ver las caras. Y me miento, y me lo creo, y juego a ser como ellos, y me muero por dentro, hasta que mis pulmones piden oxigeno y exploto con una bocanada de aire esa gran farsa que intentaba construir. Y hago daño a las personas que quiero y más a mi mismo. Y busco un mundo de marcianitos de colores y unicornios, tan raros como yo. Pero resulta que son gente normal con antenas pegadas a sus cabezas, jugando a ser distintos. Y me vuelvo aún más loco y más distante. Y me escondo en ese mundo de caballos y alcobas, sin ser capaz de olvidar que existe otro mundo ahí abajo, donde la inocencia es considerada una debilidad.

Y así, termino. En tierra de nadie. Como en una maquina de tortura medieval, donde mis pies pertenecen a una realidad pegajosa e indeseable, y mis brazos a unas nubes en las que ya no creo, pero que siguen tirando con la ilusión escéptica y menguante de un mundo mejor. Y entre copa y copa,  no sé que duele más. Si que me estiren hasta que me rompa en dos, o que los dos suelten y me quede flotando en la soledad del limbo.

domingo, 23 de agosto de 2015

19/04/2015

Se secó.
Llegó la primavera
y algo se seco por dentro...

Querido amigo...

Querido amigo, no te conozco, pero si lo hiciese te escribiría así, en estos días en los que el aire es más denso y la luz más oscura. No hay descanso para los borrachos. Solo la inconsciencia que se vive desde que te despiertas hasta que te orientas.

Querido amigo, no sé si puedes leer esto. Puede que nunca aparezcas, o que te reveles en los ojos de alguien inesperado, pero hasta entonces te seguiré escribiendo. Nunca puntual, nunca a tiempo. Siempre tarde y mal. Ya me conoces. Soy más de arrebatos y corazonadas, Por eso me cuesta tanto poner en orden este maldito libro. La inspiración rara vez me cae lejos de la contemplación emocional. Esa inspiración que viene con el alcohol y me vuelve irreverente y jilipollas. Y tú, pese a todo me soportas, y arreglas el mundo conmigo.

Querido amigo, no tienes nombre, pero si cara. Una que irradia calma y sabiduría. Supongo que tendré envidia de como piensas. Tu serás más inteligente y tus decisiones serán mas sensatas. Menos tortuosas. Me mirarás con misericordia cuando me veas arrastrándome en el fango, con los ojos inyectados en sangre. Pero sabrás que ese es mi fango, donde pertenezco, y sé que no me querrías de otra forma. No intentarás cambiarme, ni siquiera por mi bien. Entenderás que sin esas derivas emocionales ya estaría muerto. No me reirás las gracias en el momento, pero te irás a la cama con una sonrisa al recordarlas. Serás sensato en mi insensatez. Un cristal que dé brillo a estas putas mañanas oscuras, y atenúe esas tardes con demasiado luz para mi sosiego.

Querido amigo, aún no te conozco y ya te hecho de menos...



La blanca armadura...

Bueno viene, bueno va. Puro y etéreo, lo bueno se disfruta, y al hacerlo se evapora sin dejar rastro. Como un gas perfecto desaparece con un alegre remolino de color. Como mucho, un recuerdo agradable en la memoria, para torturarte en los días grises.

La mierda sin embargo, es mucho más divertida. Llega y te mira desafiante, y te dice: "Hazme sitio que he venido para quedarme. Voy a aparcar ahí, entre tu orgullo y tus vergüenzas. Justo encima de tu conciencia, para poder mearla cada mañana, así que no te molestes en limpiarla. Es mía. Me pertenece, así que acostúmbrate a esto."

Y es que por mucho que uno quiera ser el caballero de la blanca armadura, la mierda siempre gana. Cuanto más la combates, más te manchas. Más salpica. Al principio son solo unas gotas, unas pequeñas manchas que intentas disimular. Pero cuando te enfrentas  a ellas en una noche de sinceridad empiezan a expandirse, y lo que antes era un blanco perlado se vuelve ocre primero y marrón después. Y al final, resignado, y apaleado asumes el negro como tu color. Asumes que ya no hay inocencia que mantener, ni conciencia que salvar. Asumes que estás podrido, y que cada mancha de mierda es una medalla, en un triste historial de derrotas morales.


domingo, 8 de marzo de 2015

Marzo...

Se que no me puedo quedar aquí por siempre.
Sé que llegará el lunes
y tendré que salir de mi refugio.
Enfrentarme de nuevo al mundo y a sus impertinencias,
pero mientras dure esta mañana de sosiego
estoy en paz.

En paz,
duerme la bestia .
En paz despierta el niño.
El viejo. El que aún recuerda.
El que aún vive.

Déjale soñar. No lo mancilles.
Cuídalo.

Llegará mañana y volverá el estruendo
y el remolino de cinismo.
Y la bestia tomará las riendas de una vida digna y prospera.
Pero eso será mañana.

Hoy hay césped y hay música.
Hay calma y respiración.
Hay sol en su nuca, y canto de pájaros sobre el magnolio.

El sol está alto.
Ya no hay rocio. Ni octubre.
Y unos pies descalzos
retan a un frío que acabará por llegar.
Pero no hoy.

Hoy es apacible, y llevadero.
El brillo en las hojas se contrasta
con la opacidad de la piel perezosa.

Me siento a salvo de su perversión,
y de la mía.

Pasos...

-¿Deprimido? ¿Te cuesta levantarte de la cama? Despreocúpate. Con estos 10 sencillos pasos se te quitarán todos los males.

1.Busca un objeto largo y afilado
2. Métetelo por la nariz.
3. Aprieta con fuerza.
4. Un poquito más.
5. Si todavía puedes leer esto sigue apretando.
6. ¡Enhorabuena! Ya eres gilipollas.

 -¿Dije 10 pasos? Quería decir 6 ¿pero a que ya te importa todo un bledo? Fantástico. Ahora solo recuerda que tienes que sonreír. No. Mejor hazlo con la boca cerrada para que no se te caiga la baba.

Y es que aparentemente es tan sencillo ser feliz. Algo así como dibujar uniendo los puntos, o colorear con números. En estos tiempos que corren todo es mejor si lo desglosas en pasos, porque los pasos sirven para todo y para todos. Ya sea el camino hacía un mañana mejor, o para que te des cuenta de como ha cambiado tu vida desde que tu perro aprendió a controlar su esfinter.

Pero es el término "pasos" lo que me termina de desquiciar. Que usen un concepto tan bonito y metafórico en algo tan mezquino y pobre. Joder, yo creo en los pasos, y no tiene nada que ver con esa mierda comunal de la que hablan. Como si tu vida no fuera ya suficientemente repetitiva tiene que enumerarte todo lo que la hace peor, solo para luego enumerarte todo una serie de gilipolleces que terminará por hacer tu vida del todo mediocre. El secreto está en desglosar cada detalle por obvio, nimio o redundante que sea y quitarle cualquier tipo de personalidad. Y los llaman pasos.

Remedios fáciles para vidas ordinarias. Recuerda: Haz que cada día valga. No te preocupes por cosas que no tienen solución. Que el mundo no te sorprenda con una mala cara. Ilumínalo con tu alegría, y si no la tienes fínge...

Une los puntos, y lee mis labios: M  U  E  R  E  T  E  y mientras lo haces, sonríe.

Mentiras y vergüenzas...

Efervescencia de un falso amor.
Campanadas al vuelo
y despertares tristes.

Mil caras.
Todas una.
Disfraces de un mismo malestar,
tan viejo como la memoria.

No hay un mañana digno, sin penitencia.
Parece que moriré antes del perdón.

viernes, 20 de febrero de 2015

Diálogos III

Hola viejo amigo. Esta vez soy yo el que te escribo pidiendo que vuelvas. Hay quien dice que soy demasiado orgulloso, pero tu sabes que no es verdad. No me callaré un perdón si lo siento, y no me temblará la voz cuando diga: "tenías razón".

La rutina te está matando. Ya no gritas. Te has abocado al silencio. No se si por recelo o por castigo, pero lo cierto es que hace mucho que no te oigo. Te echo de menos. Vuelve. Prometo dejarte correr a tu antojo.


Me gustaría decir que mi silencio es mi venganza y tu merecido. Me gustaría decirte que te avise, pero serías tu el que hablases. Yo ya no puedo. Es tal el estado en el que nos has dejado que estas palabras no son del todo mías. Ése por el que hablo, y al que te refieres, se ha ido. Lejos. Donde toda esta farsa no le alcance. Descuida. no esta muerto. No está en tu mano acabar con él, por mucho que lo hayas intentado. Él vive, mirando de reojo el horror que nos envuelve. Preocupado de que esta mediocridad le corrompa, hiberna a la espera de un mañana mejor. Si es cierto que le quieres de vuelta, empieza por cambiar de rutinas.


Me asustas. Sin duda no eres él. ¿Tan mal estoy que no soy digno de unas palabras suyas? Puede ser. Más razón aún para que vuelva. ¿Como voy a encontrar el camino devuelta sin el?

El otro día leí que cada adulto creativo es un niño que sobrevivió. Temo haber matado a ese niño. Temo haberme adentrado demasiado en esta mezquindad de mundo. Y es que nada puro puede sobrevivir aquí. Haces bien en esconderte viejo amigo. Tan solo recuérdame de vez en cuando que sigues ahí, y dame fuerzas para sacarnos de esta farsa.


¿Temes haberme matado? Eras tú el que velabas por los dos. O al menos eso decías. Pues bien. Míranos. Ahora míranos. Tu dejaste de velar por mi y yo tuve que elegir el silencio para sobrevivir. Ese fue mi exilio, el silencio. Y ahora pides que hable... 

Míranos. Mira donde nos han llevado tus formalismos. ¿Querías que hablara? Pues lo hago. Me das asco. Damos asco. No puedo ir con la cabeza erguida. Espero que a cambio tú si que puedas presumir en los ojos de los demás. Delante de esos seres queridos que ni te conocen. 

Dime ¿De que sirve si no aguantas lo que ves en el espejo? ¿Tanto quieres agradar a los demás que has olvidado que tú eres el primero y el último que responde de tus acciones? ¿Como quieres que hable si me avergüenzo de lo que me has hecho partícipe? 

No. No te mereces que hable. Basta de palabrería. Sácanos de aquí y volveremos a reinar en nuestro mundo. Mientras tanto sigue jugando a ser un niño grande. Parece que se te da bien...

jueves, 19 de febrero de 2015

Desafinado...

Desafinado.
Mucho.

Me pongo a tono, con el bueno de Stan Getz. Siento correr ese sabor por mis labios. Ese del que solo hago gala cuando estoy solo, o tremendamente inspirado. La copa me sonríe. Hay naranja flotando. Ella no me sonríe. Y es que los cítricos son muy suyos.

-Un poquito de tu naranja - dijo ella, y yo toqué fondo. Como la naranja.

Ya no cuento mis penas, y lo que ellas puedan contar de mi, a nadie le importa. Son todas una, y en ella, son la misma. Como los mosqueteros pero sin las espadas. Solo Athos y Milady. Una pena compartida. Aunque admito que todo pierde sin espadas. Pero en esto hemos quedado. Versiones descafeinadas de un pasado mejor.

Ni espadas, ni katanas, ni un poco de naranja, ni los ojos llorosos grabados en piedra de una estatua. Y es que como dice mi padre, no somos nadie.

Una estatua al menos se detienen en un momento. Lo captura y lo hace suyo. Nosotros... Nosotros nos pasamos la vida recordando los que perdimos. Los que se fueron. Y la piel languidece, y la mente se llena de corcheas, hasta que al final acabas violando lo único preciado que te quedaba. Y el recuerdo se vuelve tan falso como tu día a día. Y bebes. Y escuchas a Stan Getz. Y pretendes dar a entender, que sabes de que cojones hablas...

"El arte de acostumbrarse" o "Como mancillar lo sublime"...

Pisa la primavera. Arranca flores y mastica con la boca abierta en el momento álgido de la película.

Vuelven los macarrones con tomates. Yo los maldigo.
-Si te gustan los macarrones con tomate, no los comas todos los días... - Ya.  Menuda jilipollez. De ahí hay un paso a apagar cigarros en tu antebrazo.

Cómelos, y haz de ellos una religión. Vive en comunión con ellos, y aprecia cada momento, hasta que ese fatídico día en el que se pierde la ilusión llegue. Entonces, simplemente haz las maletas y vete.

No habrá nada que explicar. Si ha sido reciproco, lo entenderá. Salvando el recuerdo se salva el alma. Si te quedas, te envenenas. Te condenas. A ti y a ella. A los macarrones y a los pájaros que cantan por la mañana.

No hay nada detrás del declive, solo una vida entera que no merece ser vivida. Aguantada, soportada y sufrida por una falsa moralidad que acaba calando sobre tu consciencia.

Mierda cae y tu debajo, sonriendo porque tienes paraguas.
Demasiado cansado para pensar, para sentir y aún menos escribir.

Demasiado cansado para poder con la mentira que me hace seguir un día mas. Esa falsa ilusión que te mueve y te suscita . Que te coge en volandas y te lleva... a ningún sitio.

Mismo día. Misma mierda. Misma cama y mismas penas. Tan suave tan mullido, que apenas notas que te asfixia. La muerte aterciopelada. Y de repente una ilusión.

Un relámpago que te coge. No sabes si es real, pero te fuerzas en creerlo. Lo necesitas, te agarras, y suplicas para que este sueño no sea tan accesible como tantos otros que has pisado antes, ni tan imposible como para no intentarlo. Ese punto intermedio, donde la dificultad sea un estímulo, sin volverse irrisoria.

"Si tus sueños no te dan miedo, no son sueños a tu altura."

Ya.

 Maricas todos.

Schnapps...

Nada ha cambiado, me sigo mintiendo igual.
Puede incluso que más.

Imposible de no ver. No quiero aceptar.
-La mentira es negación.
-Pues será.

Da igual.
El efecto es el mismo.

Vivo sin vivir,
esperando un día que ya terminó.

El futuro se estremece por una garganta empapada.
Abajo solo hay bilis.
Arriba una boca ya cerrada.

Si tan solo me masticasen antes...

Fractales...

Hace tiempo de los sueños de naftalina. Los de ahora son bajos. Quizás ya no queden unicornios que matar. Quizás nunca los hubo. Pero no dejamos de ser esclavos de nuestros recuerdos. Incluso de aquellos que fueron fútiles y vanos.

No hay mejor amor que el pasado. Y es que ¿Que se puede esperar de el futuro?

Más, de esta despiadada curva descendente. Aunque poco falta para entrar en esa linea asintótica. Esa que parece estable pero poco a poco merma eso que aún te mantiene en pie, mientras tiendes a cero. Y es que hay una infinitud antes de llegar a eso. Indeterminaciones en cada destello. Y yo sigo en un vertiginoso picado fractal. Para eso sirven las matemáticas, para saber estimar la mierda que se te viene encima, y la que dejas detrás.

-Soy un corredor de distancias cortas. Enseguida pierdo fuelle- dijo el. Y yo abrí los ojos.

Una vez más la falta de perseverancia se hacia patente, pero no dejaba de ser relajador que alguien que produjese tanta afección en mi, la sintiese también.

-Así es la vida.
-¿Como?
-No lo se,  pero tiene que ser algo como esto. Esa estupidez inherente en el genero humano mezclado con ese orgullo que solo los necios tienen. Esa matriz donde cada uno dejamos de ser un número que pese a importar poco, cambia el resultado.

Sigue siendo un sueño bonito el decir que influyes en algo. Tu existencia pesa. Tu existes por un motivo. Repítete estas frase a ver si te las crees. Yo por mucho que lo intento no puedo.

Meu coraçao...

Decadencia en cada bramido.
Posibilidades abiertas.
Infinitas.
Falta de ambición y de entre los sueños,
una figura que se erige.
Etílicos todos.

Nebulosa autoritaria y displicente,
como la figura de un padre amado.
Un mundo de sueños,
Ninguno tomado o vivido.
Poesía que sube. Poesía que baja. Y tu sigues ajeno a todo en tu estúpida nube de indiferencia.
Que aproveche.