Querido amigo, no te conozco, pero si lo hiciese te escribiría así, en estos días en los que el aire es más denso y la luz más oscura. No hay descanso para los borrachos. Solo la inconsciencia que se vive desde que te despiertas hasta que te orientas.
Querido amigo, no sé si puedes leer esto. Puede que nunca aparezcas, o que te reveles en los ojos de alguien inesperado, pero hasta entonces te seguiré escribiendo. Nunca puntual, nunca a tiempo. Siempre tarde y mal. Ya me conoces. Soy más de arrebatos y corazonadas, Por eso me cuesta tanto poner en orden este maldito libro. La inspiración rara vez me cae lejos de la contemplación emocional. Esa inspiración que viene con el alcohol y me vuelve irreverente y jilipollas. Y tú, pese a todo me soportas, y arreglas el mundo conmigo.
Querido amigo, no tienes nombre, pero si cara. Una que irradia calma y sabiduría. Supongo que tendré envidia de como piensas. Tu serás más inteligente y tus decisiones serán mas sensatas. Menos tortuosas. Me mirarás con misericordia cuando me veas arrastrándome en el fango, con los ojos inyectados en sangre. Pero sabrás que ese es mi fango, donde pertenezco, y sé que no me querrías de otra forma. No intentarás cambiarme, ni siquiera por mi bien. Entenderás que sin esas derivas emocionales ya estaría muerto. No me reirás las gracias en el momento, pero te irás a la cama con una sonrisa al recordarlas. Serás sensato en mi insensatez. Un cristal que dé brillo a estas putas mañanas oscuras, y atenúe esas tardes con demasiado luz para mi sosiego.
Querido amigo, aún no te conozco y ya te hecho de menos...
domingo, 23 de agosto de 2015
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