jueves, 28 de noviembre de 2013

Marcado...

Un escalofrío, gasolina y cerillas.
Ganas de incendiarme las entrañas.
Prenderme por dentro.
Arder por fuera.

En los días buenos todo sale,
manchando todo a su paso.
Todo babas.
Todo entrañas.
Todo.
Esparcido por el papel,
por aquí y por allá.
Obscenidades y más obscenidades.
Desparramo y hiero.
Corto y sangro.

En los días malos, la angustia me traga.
Tripas fuera, palabras dentro.
Un embudo en la garganta
por donde caen todos las palabras no dichas.
Todas al fondo.
Todas, a las mismas entrañas que ayer las escupían.

El cuerpo se sacude con espasmos.
Es veneno eso que tengo en mis adentros.
Necesito escupirlo
pero no quiere salir.
Está llenando el vacío que dejo el miedo.

Si, el miedo.
El miedo abuso de mi.
Me venia a ver cada noche, y se colaba en mi cama.
Yo trataba de luchar, pero era inútil.
Me tapaba la boca,
me oprimía el pecho,
y me lamía la nuca.
Amordazado de impotencia,
mi cara se tensaba y las piernas se dormían.
Empezaban las tiritonas.
Yo rezaba mis plegarias,
pero de mis labios solo salía vaho y frío.
Silencios ahogados.

Nadie más lo veía.
Estaba solo ante él.
Solo con él.
Aún cuando alguien velaba a mi lado,
el velaba también.
Esperaba paciente, para que nadie le viera a través de mis ojos
y poder hacerme suyo después.

No dejo morados ni cicatrices.
Nada que se pudiera ver a primera vista.
Solo ahora, tras muchos años,
se ven las marcas de un niño que recorría la milla verde cada noche.

Seria ingenuo decir que gané al miedo.
El miedo me ganó a mi.
No encontré remedio contra él.
Al menos, no otro que aguantar las palizas
de un subconsciente que ya estaba poseído.
Pagué con creces el precio de acostumbrarme.
Se llevo la inocencia y dejó al monstruo.
Ese insensible que mira sin mirar,
y que nunca está del todo solo.

Con el tiempo,
aprendes a querer a la bestia que eres.
O si no es a querer, al menos a aceptarla.
A veces es hasta bonito...

He aprendido a amar los atardeceres.
Al fin y al cabo,
ya no tengo nada que temer.
El miedo se lo llevo todo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Canogar o El arte de pelar una granada...

Sabe a rayos. Debería de volver a la tienda y descuartizar al dependiente muy despacio. O aún mejor, hacérselo beber. El oso macabro de la etiqueta se ríe de mi. ¿Quien en su sano juicio, pone una oso de peluche en una botella de licor japonés? Si. Sé lo que estáis pensando: ¿Y quien cojones la compra?

Sea como sea, no tengo gasolina para el cerebro. Este jodido matarratas no despierta en mi ninguna musa confusa. No hay rastro de esa verborrea mental a la que tan placidamente me arrastra el sake.

Es noche ya.
Llueve y estoy solo en casa.
Tan solo, como en los viejos tiempos.
En los buenos,
cuando la distancia parecía algo salvable.

Manos rojas, y soledad buena. Una combinación difícil de superar. Lluvia y viento en el ventanal. La torre de Tokyo empapa las gotas de un naranjo eléctrico. Todo brilla bajo una luz de burdel barato. Esa misma luz recorre el suelo de mi casa hasta encontrarse con una pared de hormigón. Hormigón pulido, visto, hermoso, rotundo, sencillo, plano, vibrante, recio ... frío.

Falta el cuadro.
En su lugar, solo está la tabla de madera que hacía de marco.
Aún quedan restos de cinta adhesiva
pero los tenues reflejos que se cuelan por la ventana
apenas permite distinguirlos.
No importa.
El espacio es todo lo que tiene que ser,
y como consecuencia, yo a su vez,
soy todo lo que tengo que ser.

En una noche como hoy,
Ian es.

En una noche como hoy,
Ian es
todo lo que en la noche de hoy tiene que ser.
Y aunque suene a perogrullo, no es poco.

Hace un rato, con las manos rojas de desgranar una granada, he visto con claridad una luz que debería de acompañarme en los años venideros. Era una luz de gratitud. Una luz que me decía que aparte de vanagloriar y atesorar mis vivencias como expatriado, tengo que estar feliz y orgulloso de poner un punto final a esto. Que pese a mis locuras transitorias, mi visión radical y mi mente voluble, habrá una vuelta.

 Supongo que lo que quiero decir, es que tengo que estar contento de no haberme terminado de perder. De que al final, encontré el camino de vuelta a casa.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Polvo...

Mi casa me da asco.
Una soledad reciente, habita en ella.
Y es que, en cuanto a soledades se refiere, esa
puede que sea la peor.
La reciente.
Esa, en la que el polvo es huella de la falta.
Y viceversa.

Un torrente de mentiras,
un torrente de verdades, que pesan aún mas.
Nada puede con el vacío.
Es la fuerza más absoluta.
Es de donde todos venimos y a donde todos vamos.
Ni siquiera la intrascendencia, que tanto me pesa,
supera ahora mismo al vació de unos zapatos en el recibidor.
De una colonia en el espejo,
o de su cuerpo en la cama.

El calor y la luz, se fueron.
Te los llevaste.
Mi casa esta helada y oscura.
Siniestra.
El eco de mis pies se ríe de mi.

Muchos cuartos.
Todos vacíos.
Todos mi casa.
Todos en el recuerdo y ningún camino de regreso.
Quizás por eso, cada vez cueste más irse.
Porque la experiencia te dice que no volverás.
Ni tu, ni ella.
Y quizás,
sea mejor así.

Como decía Sabina:
"No vuelvas a donde fuiste feliz".
Porque lo que queda es eso.
Esa mugre que me espera en casa cada mañana.
Ese desierto.

Estertores y otras vergüenzas ...


Me debato entre la lástima y la envidia,
pero eso no viene a cuento.

Tengo un sentimiento bajo,
de precipitaciones altas.
Habrá que encontrar alguien que lo desencadene.
Un movimiento.

Cirros y nebulosas.
Grietas en el hormigón.
Goteras. Nada que no arregle un buen paraguas.

Tarjetas de visitas
de nadie.
Direcciones inexistentes. Kanjis y más kanjis.
Un mundo de iletradados.

Espera,
vuelve la sensación.
Es calor en las entrañas,
y sudor frío en la nuca.

Creo que estoy perdiendo el tiempo.
Las paredes se plieguen y la habitación cambia.

Puertas giratorias.
Una masa con pantalones de campana,
bailando al son de los Bee Gees.

Debería de dejar las drogas,
pero alguien me las mete en el café.
No.
Son ellas mismas,
Les crecen piernas y saltan, una tras otra
dentro de la taza.
Pero yo no bebo café...

Algo raro esta pasando.
Demasiado trabajo me sofroniza.
Me sube los niveles de sinestesia. Sabe dios que significa eso.
Atolondrado en mi grado medio, y con precipitaciones bajas,
tan bajas como los sentimientos.

-Llueve?
-No.
-Dos azucarillos por favor.
-Seguro que no bebes café?
-Sobre las 5 y media, pero de veras lo intento. Debo tener fiebre.
-Temperatura?
-No gracias. Lo estoy dejando.

Me apetece una copa,
con dentífrico flotando entre el hielo.
Licor del polo con ginebra y chicle.
Delicioso, maravilloso.
Un orgasmo para la hernia y las encías sangrantes.

¿Es que nadie me va a apartar del teclado?
Llegados a este punto, vuestra falta de responsabilidad es mayor que la mía.
¿A quien en su sano juicio se le ocurre dejarle un teclado a alguien desintoxicándose de café?

Un rasgueo de guitarra y vuelven a girar las puertas giratorias,
o correderas.
Nunca me termino de aclarar.
¿Cuales son cuales?
Son las dos raras, y nunca terminan de estar totalmente cerradas.

Abran las puertas romboides,
abran las puertas romboides.
Cierren las puertas romboides,
cierren las puertas romboides.
Se escapan!
Es una trampa...

Por favor Ian deja de escribir.
Por el bien de la literatura, de tu conciencia y de tu psique.
No.
De eso ultimo ya no tienes que preocuparte,
Aún sin saber exactamente lo que es, sabes que ya lo perdiste.
Como la virginidad en una noche de vergüenza.

Pero es que me gustan los cambios de las estaciones,
menos esta.
El comienzo del frío,
cuando ya el otoño se aqueja del frio que el invierno se empeña en meter.
Todos corremos a salir de la nevera, pero el muy cabron uso la llave para subir el termostato.
Implantes cerebrales.
Nietsche y su demencia sobre el tiempo.
Inclemencia en la sesera.
Es lo que hace falta hoy en día.
Mas locos quejandose en silencio.
Si algún dia descubro que viví cerca de algún loco de esos,
y no pude disfrutar de su compañía jamás me lo perdonaré.
 La mayoria se creen demasiado buenos,
y se quejan de que el mundo no les da la opción.
Necesitan seguidores que reverencien su palabras como los coprolitos que son.
Mierda petrificada. Ni siqueira buena.
Ni siquiera antigua.
tan solo seca.

Si alguna vez me hago famoso, quiero que me quemen
pero que conserven mi hígado, para que lo muestren en una galeria de gente famosa:
el cerebro de Einstein,
el bigote de Chaplin,
el higado de Ian...

Vuelta al trabajo. Que desgracia.
Con lo que me gusta torturar estas hojas y darle algo de animosidad al día...
Catálogos de lamparas y revistas
con la nueva basura que se esta construyendo.
Pabellones que nosotros,
los eminentes arquitectos
nos sentimos orgullosos de haber diseñado y construido.
Son un fracaso.
Espacios muertos,
muchos de ellos inservibles
pero estéticamente poderosos y teóricamente perfectos.
Intachables.
Más coprolitos de los que sentirnos satisfechos.
Al traste con todo.
Volvamos a la piedra sobre piedra.
Al papel,
no más pantallas,
no más teclados...

Chocheo.
Increíble.
Se escribe apretando solamente las teclas C H O E...
Que viva la modernidad.
Hagamos un lindo pareado para celebrarlo.
No.
No. No.
Mejor hagamos dos.
¿Que tal el mítico:
Chocheante no hay un camino desconocido,
tan solo el bueno de Ian aburrido?

Menos mal que dije dos, porque el primero no salio muy allá.
Probemos con el segundo:
Ni sonetos ni redondillas,
escribir chocheo es todo una maravilla.

Estoy fino.
Estoy en fuego...
Odio eso.
El traducir una frase que tiene toda la fuerza del mundo y se quede en esa mierda.
Pocha.
Dendrita.
¿Cuantas palabras seré capaz de inventarme en el día de hoy?
Las buscaría en un diccionario pero entonces el experimento perdería la gracia.
Ni un solo momento de reflexión.
Ian al viento,
haciendo un esfuerzo sobrehumano para dar freno a la musa que he despertado con los pareados.
Odio la rima.
¿Porque haría eso?
No hay nada peor que las cosas rimen.
Incluso cuando es libre , parecen forzadas.
La magia del parecido. De este siglo
y este nuevo mundo globalizado.

Se me cae el moco.
Pausa.
Sorbo.
Seguimos.

Empiezo a mirar la pantalla, y veo toda esa hilera de lineas
escritas con todo mi desparpajo
y se me asemejan a entrañas.
Las entrañas de Ian desparramadas sobre un papel.
No hay más que frases inconexas.
Apenas una sigue a la anterior, y sin embargo me embriaga un sentimiento de desnudez
solo equiparable a cuando empece a escribir.

El hecho de plasmar mis ideas según salen...
Sin duda voy por buen camino.Tener sentimientos como los de antaño tiene que ser bueno por dolor. Pero como siempre, en el momento que uno piensa que lo que esta haciendo es positivo, las ganas se esfuman.
Hace 10 minutos quería parar, pero el hecho de pensar que me podía llevar a la locura, lo hacia irresistible.
Ahora que he comprobado que puedo sacar algo de ello, me atrofio, me repito y me explico.

Y es que es lo que tiene mi mente tartamuda. Por eso creo que escribo mejor de lo que puedo llegar a hablar. Pienso más rápido de lo que soy capaz de hablar, y así no hay manera de dar pierna suelta al pensamiento. Las veces que intentando plasmar una idea con una grabadora, ha sido un total desastre.
Escribir. Y cuanto menos se piense al hacerlo, mejor.Son este tipo de cosas las que hacen que acabes hablando de lo morboso de la sangre, o de tus fantasías como asesino en serie, o del vagabundo que descuartizaste con tus amigos cuando apenas era un niño, y prometiste no volver a mencionar...

La habitación se queda en silencio.
Reina el nerviosismo, hasta que unas notas lúgubres, resuenan en el vacío.
Una mezcla, a medio camino entre el repique de piano de Eyes wide shut,
y el plano final de Norman Bates en Psicosis, cuando mirando a la cámara, bajo la personalidad de su venerable madre y creyéndose observado, no mata a la mosca.

Una media sonrisa atraviesa mi cara,
dejando entrever mis diabólicos pensamientos.
Fundido en negro,
mientras el piano repica una última vez.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Noches...

Ruegan y beben
y muerden
y besan.

Por un momento parecen tan reales...

Parece
que cada uno tuviera
una historia,
con sus miedos y sus penas.
Sus camisas limpias,
y sus sueños anodinos.

Tan vivos,
parecen el resultado
de mil noches como esta.



lunes, 4 de noviembre de 2013

Lejia

Blanco.
Lo quiero más blanco,
Blanco hasta que sangre.
Blanco.
Más aún, hasta que la sangre se vuelva leche.
y  no quedé ya carne..

Blanco.
Yo lo quiero blanco.
Más blanco que el mismo hueso.
Así que frota, quema
llora y sangra,
pero de una forma limpia.
De una forma blanca.

Japón...

Sentimientos que caben en una caja.

Tifón...

El viento azota mi ventana.
Hay un tifón fuera
que quiere entrar.

No se porque
.
Aquí dentro
no hay nada.

jueves, 10 de octubre de 2013

Violines...

 Que suenen,
que suenen por todo lo alto.
Que sus llantos rasguen el cielo
hasta que caiga en tromba el misticismo.

Que ellas sigan tocando,
con su pelo empapando la cara.
La lluvia sobre sus blusas
y los ojos cerrados.

Que toquen,
que toquen sin tregua,
hasta que las calles se inunden bajo la armonía de sus lamentos,
y el agua purifique la rutina,
y la soledad se tiña de azul
y los corazones secos, se despierten,
solo a tiempo de ver, como les llega la muerte.

Pero nada importa, pues aún ahogados,
ellas seguirán tocando,
como si de sirenas se tratasen,
midiendo sus movimientos con donaire,
desplazando el agua al compás de su música lúgubre,
esparciendo su aroma por unas nuevas profundidades,
bañadas de una luz antigua
que ilumina sus rostros blancos
y su pelo negro, que ya no está en la cara,
sino suspendido,
bajo un crepúsculo turquesa.

Cambiará el medio,
las vibraciones.
Susurros.
Cambiarán los tiempos y hasta el ritmo,
pero la música seguirá sonando
aún
cuando todos estén dormidos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Infancia...

El viento esparce las cenizas de algo mejor.
Algo
que un día llegué a adorar
y ya no comprendo.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Cinco...

Hoy todo me me da igual.
Hoy todo me duele.

¿Tan raro es? Que vengan los expertos. Que me analicen. Y si después de su jerga empírica, creen que estoy loco, enterrarme. Meterme en un puto sarcófago y echar tierra encima. Enterrarme vivo, mientras pedís a vuestro Dios que se apiade de este mundo y su cinismo...


viernes, 20 de septiembre de 2013

Asahi o luz de mañana...

Ven, hermosa,
ven.
Ven y juega conmigo.
Tu juega
mientras yo miro.

Haces que las sombras que se dibujan en el suelo
tengan mas brío.
Ven
 y empápame de ese optimismo.
De esa vida
que parece haber contagiado a todos
cuando el sol pica, en las mañanas de domingo.

¿Porque no los entiendo,
revoltosa?
Si todos fueran como tu,
la vida seria brillo.
Pero no lo es.
Y cuando no estás
las sombras no despuntan ni se alegran.
Son planas y perezosas,
y se arrastran por las calles como el lamido de un perro herido.

¿Donde vas,
presumida?
Sabes que tus latidos
nunca han sido tan necesarios,
como cuando se juntan con los míos.
Tal vez no sea alegría,
pero bien vale la pena estar vivos.

Litio ...

Hay una tormenta. En sus corazones ya no crece la hierba. Ya nadie se abraza. Solo el eco de lo imposible se hace oír en el vacío. Será que ya no hay sentimientos, ni nada por lo que luchar.

¿Donde se fueron las voces? No las oigo. Solo me acompaña el arrullo que creía perdido. El de mi niñez. A veces me rodeo de las mismas piedras que mojaban mis sueños. Son bonitas, y brillan. Pero es el arrullo lo que me hace volar. Es el cantar del agua al aglutinarse y revolverse lo que hace que mi corazón vibre.

A veces encuentro a mis amigos. Nadando conmigo en charcas llenas de ninfas. A veces esas charcas son lodazales, y en la blancura de la luna, brilla la piel muerta de la descomposición.

¿Como puedo saber tanto de cosas que jamas veré? Quizás me equivoque. y la ignorancia sea parte de la traición, donde se rompen los sueños. Pero una vez más: ¿A quien le importa?

jueves, 19 de septiembre de 2013

Útero...

¿Y si me bebo el mundo, solo para vomitarlo después?¿O si farfullo incoherencias por una boca llena de mentiras y vergüenzas? Si sigo arrastrándome por los delirios obsesivos, de trascendencia pueril y sin talento... ¿Y si me meto en la cama de cualquiera y me vació de sexo sin sentido? Nada importa. Al día siguiente amaneceré en esa misma cama, sintiéndome más solo que el día anterior...

Demonios
alcantarillas
sacacorchos y perdición.
Tiene tanto sentido
como levantarse por la mañana.

Masturbarme en una sopa boba.
Y las chinchetas siguen repicando,
repicando en la cabeza.
Repic pic pic pic ando...

.Maldita misericordia.
Holderlin y las palabras perdidas.
-¿Nos hemos vuelto ya locos?
-No, pero vamos por buen camino.

Avancemos compañeros. Avancemos hacía la luz. Hacía el agujero. Todas las H entran por él, y el teclado me esta mirando raro. Algo siniestro se esconde en ella, dichosa tecla. No quiero tocarla. Todo acabará cuando pose mi dedo en ella. Todo muere con la primera H

Inmune...

Deambulo,
arrastrado por la corriente.
Me da igual todo.
Me dejo llevar.

Arrastro
mis tentaculos entre la masa.
Medusas ellos.
Medusa yo.

¿Inmune?
No.
Mas bien
todo lo contrario.

Simplemente
no hay respuesta.

Simplemente.

Tan simple como la nada.

Eso es.
Nada.
LLeno de nada.
Nada.
Nada hasta hasta el tuétano.
Nada en esencia.
Nada en su conjunto.
Nada de nada...

Un armario vacío o una casa por llenar...

Voy y vuelvo.
Cambio de parecer catorce veces al día. Las catorce horas que estoy despierto. Las catorce horas que no engaño al sueño.

Voy y vuelvo, y no me muevo.
El roce con la cama se hace ya insoportable, y la casa apesta a vacío.

Voy y vuelvo y vuelvo a venir, pero nada me saca de este estado de tránsito.

Voy y vuelvo.
Me debato entre negarme o perderte. Entre vivir o recordar. Entre echar de menos todo, o solo a ti.

Paseos en bicicleta...

Desmantelo sentimientos.
Llego hasta el hueso.
Todo cae en su cajón.
Una lógica que articula y convence.
Limpia y engrasada.
Una lógica,
que parece no ir conmigo...

lunes, 2 de septiembre de 2013

Musgo...

Cansado de reinventarme cada día. De buscar una nueva razón para levantarme cada mañana. Harto de mis cambios de ánimo. Mareado de la deriva emocional por la que deambulo. Cansado. Tan cansado.

Temo a la euforia. Se lo que viene después. Viene esto. El sin sentido. La pared blanca, y los pensamientos negros. El rincón donde me agazapo y me tapo los oídos. Quiero huir de todo lo que es ajeno. Quiero no tener que buscar razones. Quiero que las cosas tengan sentido sin que yo tenga que dárselo.

Yo también sueño con esa orilla.
También yo huyo de los cristales rotos.
Y ese piano,
que todo lo abarca.

Huele a libros y a trascendencia.
Salitre en la garganta
y musgo en el corazón.
Verde.
Muy verde.

Donde habita la bestia...

Si buscas calma
y paz.
no te acerques más.
No entres en este,
mi mundo.

Hay momentos de calma,
sí.
Y desconexión.
Y locura y entrañas
y ojos viciados, que se asustan de si mismos.

No.
Si buscas bienestar,
no entres.

Aquí
solo cabe el insatisfecho.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Postulaciones, o algo parecido...

Le pido a las hadas que sigan volando.
Al silencio
que no deje de sonar.
Le pido una esperanza a lo imposible.
Una tregua al mañana.

Yo pido y pido,
pero aquí nadie me hace puto caso...


jueves, 15 de agosto de 2013

Estío...

Hueco.
Un hombre sin entrañas.
Estar sin ser.
Vivir sabiendo.

La charca...

Despropósitos,
mi vida esta llena,
pero se siente vacía.

La falta de lógica es imprescindible.
Para el equilibrio,
y los sueños.
Entropia.

Una charca, dos ranas,
un topo y un crisantemo.

¿Alguien da más?

Elocuencia...

No sobran las palabras.
No sobra ni una.
Son,
por todo ser
un hito indefinido.

Acrílico sobre blanco...

Y la hierba
sigue más alta en el jardín del vecino.
No hay nada que hacer.
Seré siempre un miserable.

miércoles, 24 de julio de 2013

Asco...

Asco del asco. Asco de la ineptitud y la mediocridad. Asco de la incultura que come a las mentes modernas y el sentimiento compartido. Asco de esa gran comunidad. Esa gran mentira. Conecting people. Moríos todos, conectados, eso si.

¿Desde cuando el ser diferente es algo de lo que presumir?  Ser diferente para ser aceptado. Colmo de la estupidez . Asco de tendencias. Asco de progres e hipócritas. Asco de compartir, y no crear. Asco de compartir y no vivir. Aso de compartir y no  experimentar. Necesito salir de todo esto. Necesito dar paso a la locura. Romper esta maldita máscara de cortesía, y normalidad. Formalismos tediosos. Todos corporativos, bajo un mismo sello verborreico. Vomitivo. Que salgan los fantasmas. Los monstruos y las bestias. Volver y plantar. Romper y esparcir. Renacer. Y el que tengo que irse que se vaya, y si me quedo solo, solo estaré. Las gallinas que entran por las que salen.

Ya está bien de disfraces y juegos. ¿No queda nadie auténtico en este mundo?

lunes, 22 de julio de 2013

Senil...

Toda una vida esperando a un después.
El presente es una puta que te despacha antes de tiempo.
Pastillitas azules, artrosis y demencia...

¿Quien no le ha querido gritarle a las nubes?

Los malavenidos, los sádicos y los infames...

No se contra quien lucho. Es un ser sin rostro. Puede ser un individuo, la sociedad o el vaso del que bebo. A veces soy yo mismo. Por lo que hago, o lo que siento. Lucho contra lo que no tiene vida. Contra el formalismo y lo prestado. Contra lo que no tiene valores, ni percibe la belleza inherente que le rodea. Lucho contra el que sin mirar, pisa. El que deambula sin oír, ni ver, ni oler, ni sentir. Lucho contra el que lucha por el cambio, por que ya me he cansado de esperar. Lucho contra el idealista, porque persigue sueños prestados. Lucho contra el que aparta la mirada, porque prefiere no saber. Lucho contra el que desde su sillón, mira al desastre sin inmutarse. Lucho contra el que nada le toca, y contra el que dramatiza. Lucho y lucho.

Pero no estoy solo. Conmigo están los que disfrutan viendo la locura de este mundo. Me acompañan los que se saben perdedores. Los románticos, y los locos. Todos aquellos que no luchan por una fama ni un nombre. Ni siquiera por un resultado. Me gustan los que luchan sus guerras solos. Sin mas apoyo que sus propias convicciones. Las de un loco. Si. Me acompañan los locos que aceptan este mundo, sin engañarse, sin pintarlo de rosa ni edulcorarlo. Y es que no concibo esta vida sin un poco de sadismo...

Tiempo de gigantes...

Este mundo ya no es el que me vio nacer. Este es más pequeño. Más feo. Las distancias son mas cortas, y apenas quedan rincones donde esconderse. Vamos tan rápido que apenas notamos el cambio. El estatismo nos asusta. Parece mentira como ha cambiado todo en tan poco tiempo. Y es que si, soy joven pero aún así, mi época ya pasó.

Mi mundo estaba imbuido de un realismo que ahora parece abstracto. En mi época los niños se caían y les sangraban las rodillas. Heridas que solo curaban los besos de una madre. En mi época se aprendía más una tarde en un río que en una clase. En mi época se soñaba con ser explorador, no futbolista, y nadie sabía mas que un padre. En mi época no todo tenía un precio, y "el más allá" era un lugar accesible cualquier tarde de domingo. Y es que yo nací en otra época. Yo nací cuando todavía habían rinocerontes.

Alborozo...

Invítame a soñar.
Ven a mi en sueños y quédate.
Quédate bien.
Quédate te digo.
Huyamos del despertar.

Quedate.
Sueña conmigo.

Como ser un perfecto idiota o la torpeza de lo viril...

Ese momento
en el que te das cuenta
de que lo podrias haber arreglado todo
con un beso y un abrazo.

Positivismo...

Positivismo estúpido.

Sonrió por que si. Soy consciente de que este estado transitorio, es mucho mas desequilibrado que el normal, apático. Quizás por eso me gusta. Las cosas salen solas. Sonrisas fáciles y maldad. Mucha maldad.

Creo que si se tuviese que definir a una persona como buena o mala, se debería de mirar las cosas con las que disfruta. Una simpleza. Si cuando disfruta hay malicia en su sonrisa, o si por lo contrario, cuando sonríe la bondad le llena el semblante.

Menuda estupidez. Bien puedo mandar a tomar por saco todo lo que acabo de escribir. ¿Quien me lo iba a decir? Resulta que al final no estoy de tan buen humor.

La sombra del perdedor...

Sé como ganar, es todo un juego. Las reglas son sencillas. Están ahí, para el que sabe mirar. Para el que no le importa perder, y no le obsesiona ganar.

Y es que ganar, a la larga, sabe a poco. Quizás a nada. Es un vicio innoble que convierte la adicción en ansiedad y los triunfos en orgullo de ancianos. Si te crees victorioso, eres el primer fracasado. Y si los coleccionas, te vuelves su esclavo.

No es que no me guste ganar. Me encanta. Pero hay algo en la derrota que la hace tan dulce y miserable...

No. No me puedo resistir ante el embrujo de la derrota. Y es que, la sombra del perdedor siempre es más honda...
..
"Are you such a loser, that you can't tell when you've won?"

Verborrea...

Si algo me asusta es la temporalidad de las cosas. Nada dura. Ni siquiera la vida dura una vida.

Y es que al final de cada pregunta, en cada respuesta, siempre te encuentras con ese muro ciego que es la intrascendencia. Estamos aquí para que los que no piensen, disfruten de su ignorancia, mientras el resto no salgamos de ese bucle: Porque tenemos la capacidad de preguntarnos si no hay una sola respuesta que te aleje de esa desazón? Esa desazón que te jode vivo. La misma que te espera al despertar y te acuesta cada noche. La de saber que nuestro paso por aquí es completamente banal, y que todo lo que adoramos, ya sean personas, lugares, principios, valores o sentimientos, sera barrido de un soplido como el polvo que somos.

Quien fue la bestia que nos dio el don de la consciencia. Quien nos chafo el pastel y nos permitio sentir, recordar, y establecer un hilo de pensamiento entre lo vivido y lo que queda por vivir. Quien invento la eternidad. Quien nos hizo mirar a ese muro infranqueable de la intrascendencia, para luego tener que afrontar el dia a dia. Un dia a dia tras otro, que nada suma, nada resta, y a nadie importa.

A veces, tu espíritu vuela, y  borracho de mentiras pretendes convencerte de que un sentimiento es la razon de toda una existencia. Lo tratas de agarrar y mantener, como quien ha visto la luz, pero sabes que aquello no va a durar, y que es solo una verborrea de vida. Tan peligrosa como cualquier otra droga, y con un sindrome de abstinencia tan fuerte y macabro que hace que locos como yo desvaríen durante horas, ante un papel tan blanco como este.

Desvanes...

No es el dolor lo que me asusta,
sino el vacío que lo sigue.
La ausencia.

Un mundo de silencio.

Haciendo bulto...

Tú,
que te cobijas de las sombras
con la mediocridad de los que te rodean.
Tú,
que tanto temes al silencio,
hazte un favor,
a ti y al mundo.

Enciérrate en casa
y urga en tus abismos.
Deja que esos miedos te invadan, y te digan quien eres.
Saca la cabeza del cubo,
o al menos
ten el valor de llenarlo antes.

A veces echo de menos los desvanes.

viernes, 3 de mayo de 2013

Mirando al mar...

Recuerdos que nunca tuve
vienen a mi,
tan emotivos y fugaces
que no importa que no sean míos...


Mirando al mar soñé 
que estabas junto a mi.
Mirando al mar, 
yo no sé que sentí, 
y acordándome de ti,
lloré...

jueves, 25 de abril de 2013

Escueto...

Original. Enfermo, ciego.
Sincero, estúpido, férreo.
Entregado. Soberbio cansado.
Triste. Apaleado.
Nauseabundo, efímero.
Pesado.

Insufrible, bello agrio.
Cierto.
Pasivo agresivo.
Tartaja abandonado.
Olvidado, marginal.
Escueto.
Simplista.
Obsesivo, gutural.
Mórbido. Celoso.
Apático ingenioso.
Sofisticado. Retorcido.
Complicado, pasional.
Desmotivado. Rencoroso.
Perdido.
Herido, muerto, cojo.

Leve. Insufrible.
Pusilánime orgulloso.
Cobarde. Soñador.
Pequeño ambicioso.
Portento. Codicioso.
Dramático, inherente.
Soluble.
Loco. Demente.
Perspicaz, intransigente.
Desconfiado. Esquivo.
Perturbado. Maltratado.
Mudo, sordo.
Espléndido callado.

Apuesto.
Chulo insatisfecho.
Arrogante. Atrevido.
Necio arrepentido.
Encantado de haberme conocido...

jueves, 18 de abril de 2013

Cansino...

Chorradas existencialistas. Una tras otra. Que bien suenan cuando bebo, y que vulgares y monótonas resultáis cuando estoy sobrio. Dan ganas de contar un chiste entremedias, o hablar sobre tetas y culos para desengrasar un poco. Que cansino puedo llegar a ser.

Pero si el leerlo ya se hace pesado, imagina lo que es tener todos esos conceptos revoloteando la cabeza a todas horas. Si, es agotador el tener que lidiar perpetuamente con la desidia y el desconcierto.

martes, 16 de abril de 2013

Hermético...

 Las ventanas se entumecen. Tan oscuras, absorben la poca vida que queda en la habitación  Donde antes había una puerta ahora solo hay muros. Macizos. Férreos. Intraspasables. Los miras, pero solo alcanzas a ver tu propia realidad. Sabes que hay muchas, pero ahí dentro solo una. La tuya. Pegajosa, y acrílica. El aire esta viciado con todas tus debilidades. Sabes que fuera hay sol, pero no es para ti. Tu estás dentro. Lo que haya fuera, ya no importa.

Corrección...

A mi el dolor.
A mi la pena.
A mi
todo lo que me haga sentir.
Todo lo que me demuestre
que no estoy muerto.

Que se quiten las medias tintas.
A la mierda la indiferencia.
A la mierda el saber estar.

El agobio, los mareos, los vómitos y la sangre.
Que venga todo.
Que me maldigan, odien, y escupan.

Voy a llenar la ciudad de cerotes...

A un borracho...

Te leo. Escucho tus palabras. Como resuenan en mi cabeza. No te soporto. Lo haces fácil.  Hablas con desprecio. Pero ya no eres tú. Ese rencor que durante tanto tiempo cultivaste, desaparece, y solo veo indiferencia. Hablas por encima de todo. Tus palabras vuelan por encima de cualquier moralidad.

Tardaste sesenta años en encontrarte. En poder estar a gusto en ese escaparate. Sesenta años en los que seguías doliéndote de los azotes de tu padre. Sesenta años necesitaste, pare no esconder en el alcohol tu miserable vida. Preferiste ser un borracho odioso, a ser un viejo nostálgico, y lo que encontraste en el alcohol fueron los dos.

a Hank

Por el fin...

Me miráis con misericordia.
Como si mis palabras fueran
las de un demente.
Delirios
de una cabeza enferma.
Borracho de trascendencia.

Quien sabe...
Puede
que estéis en lo cierto.
Quizás sean las palabras de un loco.

Y es que,
cuando este mundo
se vaya a la mierda,
me encontraréis
riendo.

De poco servirá
esa buena voluntad
que os arropa por las noches.
Y aún de menos,
vuestra percepción del bien y del mal.

Desde mi rincón
disfrutaré observando,
como todos nuestros destinos
se juntan
en un mismo olvido.

domingo, 14 de abril de 2013

Cilicio...

Me puedo levantar.
Sé que puedo salir
de esta cama.
De estas costuras
que me han cosido la piel.

Si quisiera podría tirar.
Solo es carne.
Solo sería dolor.
Solo sería un momento.

domingo, 31 de marzo de 2013

Corazon negro...

Tristeza 
por ver mi corazón negro. 
Por sentir 
que dejo de sentir. 

Veo como se escapa

la bondad, 
como el ocaso.

Quiero que vuelva,
con su alegría y su sol. 

Quiero mentirle. 

Decirle, que aún 
hay esperanza.
Pero las palabras no suenan.

No me quiere escuchar.
Está mejor allá, 
donde la idolotran.
Lejos de mi excepticismo,
de mi recelo.

Corazón negro éste que tengo. 

No es mío.
No.
Este, es prestado.

El mio,
está escondido.
A salvo de mi.

martes, 26 de marzo de 2013

Apnea...


Según mi hermana, de pequeño me daban ataques de ira que hacían que dejase de respirar. Me ponía azul hasta que lograban que arrancase a llorar. Ella siempre cuenta lo mal que lo pasaba. Yo supongo que tampoco lo debería de pasar muy bien. En fin, algo de esa cabezonería y mala leche siguen en mi. Hay días o momentos del día que siento la irreparable necesidad de destrozar.

Hoy es uno de esos días. Esos días de destrozar porque si. Porque a veces quieres acabar con todos y con todo. Ese ansia de romper cuanto se te cruce en el camino  Ese instinto de destrucción del que hablaba Schopenhouer. El hacer que todo vuelva a su estado incial de calma, através de la fuerza. Destrozar todo por que si. Incluso a uno mismo. Especialmente a uno mismo.

Que más da porqué. Simplemente no son días para la lógica. No entiendes el mundo, y sin embargo cuando la mente se nubla es cuando todo tiene mayor sentido. Entiendes los fanatismos y las demás barbaridades que se hacen a diario. ¿Pero acaso ellos no se darán cuenta que es un estado transitorio? ¿Porque salir a la calle en un día así? ¿Como no recogerse antes de que puedas hacer algo de lo que te arrepientas? 

Si entiendes que nada dura, ¿como dejar que un estado de obcecación transitorio, pueda influenciar tu vida y la de los que te rodean? Claro que una vez que has hecho algo salvaje en un estado como este, la mejor salida es quedarte en él. Atrapado en tu propia locura, intentado justificar tus actos empañando tu foto con aún más manchas.

Ya respiro. No quiero destruir. Solo encerrarme. Mañana seré otra vez normal.

Bruna...


Soltando el aliento, puse la cruceta sobre su pecho, y busque el gatillo. Estaba frío.

Vi como oteaba el horizonte, ajeno a mi presencia. Era bonito. Elegante. Mientras lo observaba por la mira me preguntaba a mi mismo a que estaba esperando. Nada bueno podía salir de esa pausa. Sabía lo que tenía que hacer, pero me resistía. Algo me decía que aquello era actuar por actuar por actuar. Hacer lo que estaba estipulado. No había ninguna razón para quitarle la vida a aquel pobre bicho. Vacilé  y el pareció percatarse. Clavo su vista en mi, y cualquier duda que todavía pudiese albergar, se disipó. Levanté el rifle, y lo deje correr. 

Se notaba el miedo en él. Los perros sonaban de fondo. Antes de que desapareciera tras el cerro, se paró y me miro de nuevo. Parecía no entender la situación. El porqué de mi piedad. Vi el tiro antes de que su eco resonase en todo el valle. Lo descerrajo. El humo aún salía del rifle del tirador del puesto de al lado. Suspiré y el frío de la mañana condenso mi resquemor. Puse el seguro y me senté.

En el camino de vuelta a la casa, pasé por lo que quedaba de él. Hacía menos de una hora corría libre ante mis ojos, pero nada quedaba de esa fluidez.  Su cuerpo estaba rígido como una piedra.  Su mirada elegante estaba partida en dos, como consecuencia de la salida de la bala. Apenas se podía reconocer un cráneo en aquel amasijo de carne y huesos. Los sesos en el suelo y el cuerpo retorcido, víctima de la brutalidad del impacto. Todo para la elegancia.

Me parece enfermiza la rapidez con la que la vida se va. Como se esfuma dejando atrás todo cuanto se ha palpado y sentido. Como diría Manrique, tan callando. En una hora su cuerpo era la máxima expresión de la muerte. No había calor. El rigor morti unido al frió invernal, le habían dejado completamente tieso.

En los ojos salpicados de sangre de aquel zorro intenté imaginar como serían los míos una hora después de que la muerte me llevara a mi también. Como mi cuerpo no sería mas que una residuo inútil.

Mis pensamientos  saltaron de la caza a las guerras. ¿Como sería estar rodeado de cuerpos duros como piedras? Piedras que habrías conocido en vida. No, no logré asimilarlo. Y mi subconsciente me trajo a mi memoria lo más parecido que había vivido a eso.

Cinco años atrás un yo más joven observaba el cadáver de un perro. Era una labrador chocolate, o lo había sido en otro tiempo. Lo que de ella quedaba era un guiño de la perra que un día había sido.Su piel se había vuelto dura, y sus articulaciones rígidas  Su lengua fuera. Su tripa hinchada. Recuerdo que aquella postura, que tan natural me parecía siempre que dormíahabía perdido todo rastro de normalidad muerta.  Recuerdo lo que sentí mientras la enterraba.

El suelo estaba duro. Cada palada era una lágrima, y con cada palada moría un poco. Me sobrecogió la ira, la rabia, la impotencia, y todos los sentimientos que por allí pasaban. Tuve que parar. Tire la pala lejos y me recosté sobre un árbol y lloré en silencio por sus recuerdos.

La verdad es que aquella maldita perra tenía una vida llena de historias. Había pasado por todos los momentos importantes de mi vida, y de algunos incluso había formado parte. Era una perra extraña.

Recuperada la compostura, busque la pala y volví al agujero. Después de más de media hora de cavar, consideré que ya era suficientemente hondo. Me acerqué a ella, y al cogerla de las patas para levantarla, pensé que la podría hacer daño y solté de inmediato. Al segundo me sentí estúpido. Me enfadé conmigo mismo y con ella. De poco importaba ya su artritis. Le pedí que me gruñiera. Que se quejara. Que me pusiera esos hocicos tan feos que ponía cuando la regañaba. Cuando me quise dar cuenta la estaba pegando.

Recuerdo con horror aquello. La impotencia me turbaba  y cada vez la golpeaba más y más fuerte. Esperaba una queja, un gruñido, un movimiento, una reacción de cualquier tipo, pero no había respuesta. No había nada. Solo muerte por su parte y un sin fin de sentimientos por la mía. Había cariño y resquemor. Pena y remordimientos.

De todas las cosas que no me gustan en este mundo es la fragilidad de la vida. El rigor de la muerte. La intrascendencia de todo cuanto nos rodea. No quiero vivir en un mundo así, pero no conozco otro. Si tengo que vivir en este mundo inhóspito, mejor vivir donde haya cariño.

domingo, 20 de enero de 2013

Rinocerontes...


Los suyos no le entendían. Le insultaban y se reían del cuerno que lucía sobre su hocico. Cuando le preguntaban que porqué se ponía aquel absurdo cuerno de cartón, el contestaba que solo por haber nacido sin él no era razón para no lucirlo. Al fin y al cabo todos los rinocerontes tenían uno. Y cuando le decían lo obvio, el se negaba a reconocer que era un simple cerdo. 

domingo, 13 de enero de 2013

19 / 04 / 2015

En su reflejo
yo era perfecto.

martes, 1 de enero de 2013

Bluebird...

La tarde caía. Centímetro a centímetro, recuerdo a recuerdo, nuestros mundos volvían a juntarse, reviviendo lo que un día compartimos. Mi antigua inocencia e inseguridad estaban presentes, analizando cada uno de mis movimientos. En silencio, atestiguaba con envidia, la pericia y la naturalidad con la que me desenvolvía entre los laberintos de costuras en los que él se había perdido.

Su presencia me incomodaba, y me hizo preguntarme sobre sus verdaderas intenciónes. Más allá de la envidia y la curiosidad, parecía que estaba salvaguardando sus derechos. Los de ella. Esperaba a que me propasase lo más mínimo para saltar sobre mi y despellejarme.

Aquello se convirtió en un reto. Un dialogo mórbido entre el pasado y el presente. A mis ojos, ella se esfumó, y en su lugar apareció mi antigua moral. Mi rectitud y mi torpeza. El antiguo yo se mantenía erguido frente al nuevo. Nunca habían estado tan cerca. Tan contrastados y tan unidos a la vez. Cada uno tenía motivos de vergüenza y orgullo. Cada uno parecía achacar al otro lo que había perdido y lo que había ganado. Por una vez sentí equilibrio entre la persona que un día fui y la que de ella se había escindido. Los dos, aún siendo reales, no eran yo. Yo los unía. Los englobaba en algo mayor.Yo era los dos y no era ninguno.

Me culpé de haber dejado marchar esa bondad, pero no tardé en darme cuenta de que era el mismo niño inocente de antaño el que me lo estaba achacando. No había perdido nada de aquel viejo yo. Agazapado, a refugio de la tempestad, toda su bondad que yo creía corrompida y toda la inocencia olvidada aún se conservaba en la figura de mi juventud. Me acordé de los versos de Bluebird de Bukowski.

There's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too clever, I only let him out
at night sometimes
when everybody's asleep.
I say, I know that you're there,
so don't be
sad.
then I put him back,
but he's singing a little
in there, I haven't quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact...


-Veo pena en tu mirada- dijo ella, reapareciendo de la nada.

El antiguo ganó, o quizás fué el nuevo. Solo sé, que dejé de lado la conquista y me abracé a su recuerdo.