Ven, hermosa,
ven.
Ven y juega conmigo.
Tu juega
mientras yo miro.
Haces que las sombras que se dibujan en el suelo
tengan mas brío.
Ven
y empápame de ese optimismo.
De esa vida
que parece haber contagiado a todos
cuando el sol pica, en las mañanas de domingo.
¿Porque no los entiendo,
revoltosa?
Si todos fueran como tu,
la vida seria brillo.
Pero no lo es.
Y cuando no estás
las sombras no despuntan ni se alegran.
Son planas y perezosas,
y se arrastran por las calles como el lamido de un perro herido.
¿Donde vas,
presumida?
Sabes que tus latidos
nunca han sido tan necesarios,
como cuando se juntan con los míos.
Tal vez no sea alegría,
pero bien vale la pena estar vivos.
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