Hay una tormenta. En sus corazones ya no crece la hierba. Ya nadie se abraza. Solo el eco de lo imposible se hace oír en el vacío. Será que ya no hay sentimientos, ni nada por lo que luchar.
¿Donde se fueron las voces? No las oigo. Solo me acompaña el arrullo que creía perdido. El de mi niñez. A veces me rodeo de las mismas piedras que mojaban mis sueños. Son bonitas, y brillan. Pero es el arrullo lo que me hace volar. Es el cantar del agua al aglutinarse y revolverse lo que hace que mi corazón vibre.
A veces encuentro a mis amigos. Nadando conmigo en charcas llenas de ninfas. A veces esas charcas son lodazales, y en la blancura de la luna, brilla la piel muerta de la descomposición.
¿Como puedo saber tanto de cosas que jamas veré? Quizás me equivoque. y la ignorancia sea parte de la traición, donde se rompen los sueños. Pero una vez más: ¿A quien le importa?
viernes, 20 de septiembre de 2013
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