viernes, 22 de noviembre de 2013

Estertores y otras vergüenzas ...


Me debato entre la lástima y la envidia,
pero eso no viene a cuento.

Tengo un sentimiento bajo,
de precipitaciones altas.
Habrá que encontrar alguien que lo desencadene.
Un movimiento.

Cirros y nebulosas.
Grietas en el hormigón.
Goteras. Nada que no arregle un buen paraguas.

Tarjetas de visitas
de nadie.
Direcciones inexistentes. Kanjis y más kanjis.
Un mundo de iletradados.

Espera,
vuelve la sensación.
Es calor en las entrañas,
y sudor frío en la nuca.

Creo que estoy perdiendo el tiempo.
Las paredes se plieguen y la habitación cambia.

Puertas giratorias.
Una masa con pantalones de campana,
bailando al son de los Bee Gees.

Debería de dejar las drogas,
pero alguien me las mete en el café.
No.
Son ellas mismas,
Les crecen piernas y saltan, una tras otra
dentro de la taza.
Pero yo no bebo café...

Algo raro esta pasando.
Demasiado trabajo me sofroniza.
Me sube los niveles de sinestesia. Sabe dios que significa eso.
Atolondrado en mi grado medio, y con precipitaciones bajas,
tan bajas como los sentimientos.

-Llueve?
-No.
-Dos azucarillos por favor.
-Seguro que no bebes café?
-Sobre las 5 y media, pero de veras lo intento. Debo tener fiebre.
-Temperatura?
-No gracias. Lo estoy dejando.

Me apetece una copa,
con dentífrico flotando entre el hielo.
Licor del polo con ginebra y chicle.
Delicioso, maravilloso.
Un orgasmo para la hernia y las encías sangrantes.

¿Es que nadie me va a apartar del teclado?
Llegados a este punto, vuestra falta de responsabilidad es mayor que la mía.
¿A quien en su sano juicio se le ocurre dejarle un teclado a alguien desintoxicándose de café?

Un rasgueo de guitarra y vuelven a girar las puertas giratorias,
o correderas.
Nunca me termino de aclarar.
¿Cuales son cuales?
Son las dos raras, y nunca terminan de estar totalmente cerradas.

Abran las puertas romboides,
abran las puertas romboides.
Cierren las puertas romboides,
cierren las puertas romboides.
Se escapan!
Es una trampa...

Por favor Ian deja de escribir.
Por el bien de la literatura, de tu conciencia y de tu psique.
No.
De eso ultimo ya no tienes que preocuparte,
Aún sin saber exactamente lo que es, sabes que ya lo perdiste.
Como la virginidad en una noche de vergüenza.

Pero es que me gustan los cambios de las estaciones,
menos esta.
El comienzo del frío,
cuando ya el otoño se aqueja del frio que el invierno se empeña en meter.
Todos corremos a salir de la nevera, pero el muy cabron uso la llave para subir el termostato.
Implantes cerebrales.
Nietsche y su demencia sobre el tiempo.
Inclemencia en la sesera.
Es lo que hace falta hoy en día.
Mas locos quejandose en silencio.
Si algún dia descubro que viví cerca de algún loco de esos,
y no pude disfrutar de su compañía jamás me lo perdonaré.
 La mayoria se creen demasiado buenos,
y se quejan de que el mundo no les da la opción.
Necesitan seguidores que reverencien su palabras como los coprolitos que son.
Mierda petrificada. Ni siqueira buena.
Ni siquiera antigua.
tan solo seca.

Si alguna vez me hago famoso, quiero que me quemen
pero que conserven mi hígado, para que lo muestren en una galeria de gente famosa:
el cerebro de Einstein,
el bigote de Chaplin,
el higado de Ian...

Vuelta al trabajo. Que desgracia.
Con lo que me gusta torturar estas hojas y darle algo de animosidad al día...
Catálogos de lamparas y revistas
con la nueva basura que se esta construyendo.
Pabellones que nosotros,
los eminentes arquitectos
nos sentimos orgullosos de haber diseñado y construido.
Son un fracaso.
Espacios muertos,
muchos de ellos inservibles
pero estéticamente poderosos y teóricamente perfectos.
Intachables.
Más coprolitos de los que sentirnos satisfechos.
Al traste con todo.
Volvamos a la piedra sobre piedra.
Al papel,
no más pantallas,
no más teclados...

Chocheo.
Increíble.
Se escribe apretando solamente las teclas C H O E...
Que viva la modernidad.
Hagamos un lindo pareado para celebrarlo.
No.
No. No.
Mejor hagamos dos.
¿Que tal el mítico:
Chocheante no hay un camino desconocido,
tan solo el bueno de Ian aburrido?

Menos mal que dije dos, porque el primero no salio muy allá.
Probemos con el segundo:
Ni sonetos ni redondillas,
escribir chocheo es todo una maravilla.

Estoy fino.
Estoy en fuego...
Odio eso.
El traducir una frase que tiene toda la fuerza del mundo y se quede en esa mierda.
Pocha.
Dendrita.
¿Cuantas palabras seré capaz de inventarme en el día de hoy?
Las buscaría en un diccionario pero entonces el experimento perdería la gracia.
Ni un solo momento de reflexión.
Ian al viento,
haciendo un esfuerzo sobrehumano para dar freno a la musa que he despertado con los pareados.
Odio la rima.
¿Porque haría eso?
No hay nada peor que las cosas rimen.
Incluso cuando es libre , parecen forzadas.
La magia del parecido. De este siglo
y este nuevo mundo globalizado.

Se me cae el moco.
Pausa.
Sorbo.
Seguimos.

Empiezo a mirar la pantalla, y veo toda esa hilera de lineas
escritas con todo mi desparpajo
y se me asemejan a entrañas.
Las entrañas de Ian desparramadas sobre un papel.
No hay más que frases inconexas.
Apenas una sigue a la anterior, y sin embargo me embriaga un sentimiento de desnudez
solo equiparable a cuando empece a escribir.

El hecho de plasmar mis ideas según salen...
Sin duda voy por buen camino.Tener sentimientos como los de antaño tiene que ser bueno por dolor. Pero como siempre, en el momento que uno piensa que lo que esta haciendo es positivo, las ganas se esfuman.
Hace 10 minutos quería parar, pero el hecho de pensar que me podía llevar a la locura, lo hacia irresistible.
Ahora que he comprobado que puedo sacar algo de ello, me atrofio, me repito y me explico.

Y es que es lo que tiene mi mente tartamuda. Por eso creo que escribo mejor de lo que puedo llegar a hablar. Pienso más rápido de lo que soy capaz de hablar, y así no hay manera de dar pierna suelta al pensamiento. Las veces que intentando plasmar una idea con una grabadora, ha sido un total desastre.
Escribir. Y cuanto menos se piense al hacerlo, mejor.Son este tipo de cosas las que hacen que acabes hablando de lo morboso de la sangre, o de tus fantasías como asesino en serie, o del vagabundo que descuartizaste con tus amigos cuando apenas era un niño, y prometiste no volver a mencionar...

La habitación se queda en silencio.
Reina el nerviosismo, hasta que unas notas lúgubres, resuenan en el vacío.
Una mezcla, a medio camino entre el repique de piano de Eyes wide shut,
y el plano final de Norman Bates en Psicosis, cuando mirando a la cámara, bajo la personalidad de su venerable madre y creyéndose observado, no mata a la mosca.

Una media sonrisa atraviesa mi cara,
dejando entrever mis diabólicos pensamientos.
Fundido en negro,
mientras el piano repica una última vez.

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