sábado, 14 de noviembre de 2015

Devaneos...

Como si de una romance gitano se tratase...

Fin.


No hay mucho mas que decir. Tan solo dejas que la música suene y los dedos repten por un teclado maldito. Extrañas el sonido que el grafito hacía a su paso por el papel. Ahora es todo mucho más mecánico. Nada se arrastra. El repicar del teclado es un homenaje ecléctico a las tecnologías y a la podredumbre del individuo.

Creo que Leonardo habría sido un friki si viviese ahora, pero en mi mente prefiero verle como a un visionario que perdía aceite.

Y es que alguien tan obsesionado en su trabajo, carece de sexualidad. O quizás yo sea el obseso que no entiende que alguien pueda dedicar su vida a algo donde no haya perversión. Que absoluto aburrimiento. Una vida sin sonrisas robadas no es una vida en mi libro. Desafiar las leyes de la gravedad y cuestionarse los conceptos que rigen el mundo está muy bien. ¿Pero que hay de follar?

Si para ser un visionario tienes que renunciar a tus deseos y necesidades, hasta el punto en el que acabas trasvistiéndote, plantéate que algo falla. Quizás algo fallase antes. Algún fallo de fábrica, que termine convirtiendo el trabajo en la vía de escape de una mente reprimida.

Me imagino a Leonardo delante de su espejo antes de pintar la Gioconda, bailando al más puro estilo de Buffalo Bill en el silencio de los corderos, diciéndole al reflejo: "I would fuck me. I would fuck me good". De ahí la sonrisa. No es otra cosa que complicidad con su lado más travieso y corrupto, al cual no puede dejar de ver cada vez que se mira al espejo. Esa cara que parece estar musitando: "Nadie sabrá nunca que me estaba estrangulando a mi mismo y machacándomela como un mono, mientras pintaba esto".

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