Mi orgullo y mi moral te temen.
Estás en guerra con ellos
desde antes de conocerme.
No concedes tregua ni piedad.
Ocultas todo atisbo de sensibilidad
antes de que yo pueda aprovecharme.
Tus ojos intentan decir,
lo que tu cabeza se esfuerza en callar.
Y tus labios,
testigos de todo,
musitan lindezas
que solo tus oidos
alcanzan a escuchar.
Si tan solo dijeras la mitad
de lo que dicen tus besos...
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