Porque la tortura y la pena,
el desconcierto, y la ausencia,
es lo que se queda.
Los recuerdos limpios y enlucidos, amarillean. Van perdiendo veracidad mientras ganan sentimiento.
Y la realidad tampoco ayuda. Se desdibuja, hasta el punto que acabas pasando las noches abrazado a un recuerdo que nunca ocurrió.
De las verdades que nunca fueron, nacen las mentiras del mañana. Y así se pasan los días, flotando entre lo que fue, y lo que pudo haber sido.
jueves, 31 de agosto de 2017
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