sábado, 11 de febrero de 2017

Luto...

Mil formas de cagarla y un único final. El de siempre. El que se repite. Cada vez menos ganas de levantarse. y ninguna de buscar a nadie. No creo que uno se acostumbre a las rupturas. Al menos yo no lo hago. Todas se parecen pero ninguna es igual. Las personas no son iguales. Es lo que tienen los sentimientos, que duelen. Se renuevan y se vuelven a perder. Pero cada vez cuesta más.

Pienso en los años de carrera. Pienso en las tablas de elasticidad de los materiales. El punto de ruptura elástica y cómo un elemento sometido siempre a la misma carga acaba por romper. La puta vida siempre acaba rompiendo. Aguantas y aguantas, hasta que al final te despiertas y no ves luz por la ventana. Y ves ilusión en los ojos de la otra persona. Y esperanza. Pero tu estás seco. Y la quieres. Y te culpas por no poder estar con ella. Porque tus ojos no rezumen esa ilusión. Pero es la guerra de siempre.

Tu la quieres, y quieres lo mejor para ella. Tu estás mal, y ella esta mal por tu culpa. Y tu no quieres eso. Tu no sabes lo que quieres. Pero sabes que eso no. Y te vas a dormir un día más. Y te despiertas al siguiente. Y la sigues queriendo, pero el sentimiento sigue ahí. Es un sabor amargo en el fondo de la garganta. Y quieres volver a dormir, para ver si al despertar sale la euforia. Pero no puedes conciliar el sueño ni con pastillas. Y ella te conoce, y se preocupa, y eso no mejora. Porque te quiere, y te conoce, y es buena contigo y tu no lo eres con ella. No puedes serlo si no eres capa de mirarla sin dar gracias al cielo por estar bajo el mismo techo. Y ya te planteas la persona que eres. Y empiezas a estar mal a todos los niveles. No te soportas. Te desprecias. Y ella sigue a tu lado, de forma incondicional. Apostándolo todo, por los dos. Y tu lloras en la ducha, y te maldices porque sabes lo que va a pasar. Cada día un poco más cerca. Cada día un poco más apagado.

Tu la quieres. Ella te quiere. Y eso debería de ser suficiente. Pero resulta que no lo es. No para ti y tu puta autodestrucción. Y piensas en las que han pasado por eso antes. Y te preguntas si algún día podrás dejar de joderte la vida. Y deseas que sea hoy. Por que la quieres y la vas a echar de menos. Y porque en la ruptura tu lo vas a pasar peor. Porque una relación nunca se acaba para el que lo deja. Se acaba para la otra persona, no para ti. La duda te acompañara por siempre. La duda y los recuerdos, las caricias, las risas, los besos... Son demasiados ya. Demasiadas rupturas para poder soñar en un mañana feliz. Y comprendes que la felicidad no va contigo. Y te enfadas, porque fuiste feliz con ella. Y ella ya no está.

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