viernes, 10 de febrero de 2017

Desazón

-Al final hemos caído...

Y otra vez los armarios vacíos y los recuerdos perdidos. Un silencio hueco se adueña de la casa y me aísla del mundo. 

En un rincón de mi inconsciente, estoy jugando en el jardín, con un pareja de niños mestizos. Ginebra viene corriendo haciendo un despliegue de habilidad. Es tan torpe y graciosa como su madre. Ella se derrite viendo la escena y yo por dentro también. 

Pero no hay jardín. Ni mucho menos niños chinos corriendo. Como siempre esa parte de mi ha vuelto a ganar. Esa parte que se empeña en no dejarme ser feliz. Y que aunque no lleva las riendas del día a día, asoma siempre que encuentra un hueco, sembrando duda y desconcierto. Y el otro yo, el bueno, el sencillo, el que se acurruca por las noches y es capaz de sacar el lado más humano de su pareja, agoniza, tiranizado por su hermano malo, que rompe los corazones de sus seres queridos. 

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