Llenamos, y respiramos el vacío.
A veces hasta lo sentimos latir
a nuestro lado.
Lleno de matices,
sentimos todo lo que falta.
Una respiración,
una mirada,
una persona
o la idea de felicidad asociada.
El vacío lo engloba todo.
Demoledor.
Con su falta
nos altera más que el lleno que ocupa.
Solo tiene cabida en la perdida.
Entendemos su falta,
pero no su presencia.
Con su mística
nos envuelve en silencio.
Ideas infinitas
y el más delicado de los tactos.
El que ya no está.
miércoles, 8 de febrero de 2017
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