Unas puertas se cierran y otras se abren.
Pero sólo para los que viven en el presente.
Yo miro las puertas cerradas, como un perro
esperando a que su dueño muerto vuelva del trabajo.
Ellas no están muertas,
pero no abrirán la puerta.
No a mi.
No al perro.
Y las puertas se abren a mi espalda,
pero yo no las veo.
No las miro.
No las quiero.
Quiero mi puerta.
La suya.
Adoro esa jodida puerta.
Prefiero ese portal
a cualquier cama.
domingo, 20 de mayo de 2018
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