Mientras te recuerdo, el mundo sigue con su mundanidad. Pero el autocorrector me corrige y me recomienda que escriba mundanalidad.
¿Que sé yo? Mundanalidad me suena fatal, pero hay demasiadas cosas que me suenan mal hoy en día, y demasiados peros en mi vida.
Demasiados peros
para saber nada.
Y la nada me persigue.
Y tu sigues ahí.
Atormentando.
Torturando.
Dando sentido a mis días.
La copa se deshace cada noche. Y en cada sorbo hay más agua. Y más dejadez. Y no hay sabiduría en mis decisiones, ni en mi vejez. No hay nada a lo que atenerse. Tan solo un poso de resignación. Un poso que lleva tu nombre. Y tú no lo entiendes. Estás demasiado lejos para entender...
Tus recuerdos
imbuyen de brío mis días.
Los amenizan y los hunden, a la vez.
Y me torturo pensando
que en mi recuerdo solo hay desdicha.
Desdicha para mi
y vergüenza para ti.
Y hay demasiadas "ys".
Y tú no quieres palabras ni promesas.
Te sobran.
Eres una persona de gestos.
De sentimientos procelosos.
De realidades cuidadas.
Tenebrosas y fantásticas.
Eres eterna.
Y yo...
Yo soy mundano.
Más de lo que me gustaría.
Más de lo que te mereces.
Y aún así
creo que nadie te podrá hacer más feliz que yo.
Porque yo,
a tu lado,
no soy mundano. Ni vago.
Ni pequeño.
A tu lado
soy
todo lo que alguien puede aspirar a ser.
Hubo una vez en la que brillamos.
sábado, 7 de abril de 2018
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