sábado, 30 de marzo de 2019

Brazos arriba...

Pongo música que me contagie de optimismo, pero no funciona. Blandito, busco paz mental, pero solo consigo bajar el volumen del runrún interno que me consume.

-Tranquilo Ian, tranquilo. Tómate un sake. El sake te gusta.
-Si, pero te deprime.
-Deja ya de fustigarte. No tenía que ser.

Puede que nada tenga que ser. Puede que este sea tu camino. La búsqueda eterna, pero por fútil que sea, con mejor o peor cara, me niego a bajar los brazos. Bueno, a ratos quizás. A veces es sano gemir un poco. Lamerme las heridas. Quedarme un sábado en casa, desatendiendo a los planes de abrazos vacíos. Abrazos vacíos y pensamientos lejanos.

Nah. Para. Sabemos a donde te llevan esos derroteros. Brazos arriba, vaquero. Bien arriba. Apuntando al cielo mientras la vista está en el suelo. Nunca pierdas la vista de ese suelo que tanto conoces. Frío como el metal. Tan duro como el que más. Tú sigue apuntando al cielo, aunque solo sea con los dedos, y no dejes de intentarlo. Algún día recuperaras el sentimiento. Volverás a respirar, sobrecogido por el miedo de perder a alguien. Volverás a sentirte el hombre más afortunado por tenerla a tu lado cada mañana. Sea quien sea, la encontrarás, y todo lo vivido tendrá sentido.

Brazos arriba, cabrón.

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