Nada que no se pueda decir. Los sábados son para mi. Para mi y el desparpajo.
Curioso como cada día puede cambiar la perspectiva de lo que te rodea. Será la libertad, o será el nombre, pero los sábados me ponen.
Para estar en casa o para regodearme en mi múltiples miserias, lo sábados son días abiertos que nunca hay que cerrar. Y es que la bastedad de un día vacío me entusiasma...
No hay soledad si es intencionada. No hay soledad si uno la hace suya. Si la disfruta. Quizás sea un modo de anticiparme a la derrota, pero me gustan mis sábados lentos. El único momento que me queda para escribir. Y es que, lejos de la obcecación, lejos del ruido, hay música.
lunes, 6 de mayo de 2019
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