jueves, 28 de diciembre de 2017

Un hombre con una mancha...

Todo parece que vuelve a su sitio.
Ese, que tanto miedo te da.

No sabes exactamente que es,
ni donde está,
pero sabes llegar.
Nunca aposta.
Siempre consciente.

No podrías dar direcciones a nadie de como ir,
ni acercarte a pasar la tarde,
pero tus pasos siempre acaban ahí.

No te hace bien.
Como cualquier otro estigma,
es algo que te marca y te identifica.
Algo que te acompaña.
Una mancha.
Una querencia pegajosa
de la que no puedes huir.

Es la casa a la que vuelves cuando estás perdido. Un lugar desolado, pero familiar. Supongo que el tiempo ha hecho que te acostumbres. Si. Costumbre. Costumbre y cadencia. Una espiral en la que te ahogas para volver respirar.

Cuando estás dentro, la ansiedad se reduce
pero la tristeza aumenta.
Se respira algo parecido al aire,
pero que lejos de llenarte
te consume.
Te va asfixiando hasta que acaba contigo.
Es un sitio donde ir a morir
para renacer.
Un rincón donde abandonar lo que has sido.
Un cementerio.
Un puto cementerio de elefantes,
al que vuelves
una y otra vez.

No hay comentarios: