Bajo la
capucha solo alcanzaba a ver la espalda de cuantos estaban frente a mi. Me gire
ligeramente para ver los rostros que me rodeaban, pero no encontre nada humano
en aquellos seres. Ni una cara, ni una expresion. Algo similar a una corteza de
arbol, se adivinaba bajo las capuchas. Una superficie oscura y rugosa,
recordaba las facciones de un rostro. No habia nariz ni boca. Tampoco ojos.
Solo habia muerte. Muerte y oscuridad.
Con resignacion alce la mano para palparme el
rostro, cerciorandome de lo que ya sabia. Era uno mas. Otra
capucha sin rostro.
Entendi que
estabamos ahi porque no habia otro sitio. y pese a todo ,no terminabamos de estar. No eramos
enteramente nosotros. Eramos esa parte
que escondemos, conscientes de que nadie debe ver jamas. Esa parte de la que todos rendiremos cuenta al mas alla. Ante algo
mas elevado. Quizas ante nosotros mismos.
Todos
cubiertos en sombras mirabamos en una misma direccion. Mirabamos sin ver. Conformabamos
un manto oscuro que se cernia mas alla de los limites de la razon. No habia
sitio para la logica. Tampoco lo habia para el cielo, ni horizonte. En su lugar habia una
oscuridad ardiente. Una oscuridad que escupia llamas. Un paisaje aterrador que se perdia bajo la
Mirada de un ejercito de ciegos. Un ejercito que no tenia principio ni final.
Una alfombra negra que tapizaba el inframundo.
Un cuerno
sono en la lejania, y al instante todos erguimos las cabezas en respuesta a la
llamada. El mas alla nos esperaba. Cuando el cuerno dejo de bramar, todos
empezaron a marchar al unisono, hacia una nueva luz que brillaba en el mas alla. En las llamas.
Sin terminar
de entender el porque, me encontre a mi mismo marchando. Eramos un desfile de
almas descarriadas. Una trasumancia enferma. Nadie decia nada. Solo marchabamos.
Atras
dejabamos una oscuridad que al contraste con el fuego, se hacia azul. Solo yo
miraba hacia aquella oscuridad de tanto en cuando. Notaba las miradas de todos los espectros que tenia
detras. Eran mas que miradas. Notaba su desaprobacion y su recelo. Eran
sentimientos atrapados. Por eso no teniamos rostro. Por eso no teniamos voz. No
hacia falta. De algun modo podias sentir lo que todos sentian. No se podia ocultar
nada. Nuestra aura estaba desnuda, a la vista de todos. Aquellos, rostros,
aquella capucha, tan solo era una carcasa para los sentmientos que habiamos
acumulado durante los annos en la superficie.
Seguimos
marchando. Infatigables, no cedian el ritmo ante nada. En sus auras solo veia
perseverancia y obstinacion. Una respuesta ciega a la llamada. Nadie parecia
saber a donde nos dirigiamos o que nos esperaba mas alla, pero eso no parecia
importarles. Su determinacion era inquebrantable. En mi, sin embargo las
preguntas se hacian cada vez mas audibles. Imposible de obviarlas por mas
tiempo, pense en detenerme, pero cuando estaba apunto de hacerlo, vi un Puente
a lo lejos.
Era un Puente
de piedra, fino y esbelto que se elevaba sobre las llamas y se perdia entre ellas, mas alla del horizonte. Por
el, de uno en uno, continuaba su paso la procesion. Aquello era infinito.
Avance unos
metros mas, intentando alcanzar a ver a donde podia llevar aquel Puente, pero
alli solo habia fuego. El Puente no unia dos puntos. El Puente era el punto en
cuestion. El camino a recorrer. Su longitud y su estrechez me asfixio. Por fin
me detuve. O al menos lo intente.
La marcha me
arrastraba. Apenas tenia espacio para
girarme y ponerme de cara a la corriente. Antes de que pudiera terminar de
darme la vuelta vi que el encapuchado que iba delante de mi, tambien se habia
parado, y me miraba. Al igual que antes habia podido notar todos los reproches
que mis dudas generaban en las auras de cuantos me rodeaba, en ese aura vi
comprension.
Aunque seguia
recibiendo los embites de la masa que chocaban contra mi espalda, toda mi
atencion estaba sumida en el aura de aquel encapuchado. El sentimiento de
comprension dio paso a recuerdos. Mi infancia, momentos felices y de complicdad
con mis seres queridos se amontonaban en el interior de aquella carcasa de aspecto
infernal. Una mueca se dibujo en aquel rostro de madera, y en aquellas hendiduras
que recordaban a las cuencas de unos ojos, pude ver un rayo de bondad. Alzando un brazo de debajo de la capa me
tendio una mano. Era una mano negra y fria. Poco me importo. El gesto
misericordioso de aquella mano mortecina calo hondo en mi atormentado ser. Senti el carinno de mi madre, el respeto de
mi padre, la complicidad de mis hermanas, el calor de mis amadas, la lealtd de
mis amigos…
La fuerza que me dio aquel gesto, fue la misma
que me permitio no corresponderlo. La mano seguio tendida durante mucho tiempo,
como si de un pulso se tratase. Me dolio tanto no cogerla… Pero no. Ese no era
el camino, no el mio. Una vez mas un
brillo de comprension cruzo aquella mascara. Note como una fuerza piadosa se
cernia sobre mi, y entendi que era el momento de marchar.
Me di media
vuelta y empece a andar a contracorriente, en pos de la oscuridad. Hacia lo
desconocido.
Solo una vez mire para atras, en busca de aquel espectro amigo,
pero todo lo que pude ver fueron sombras marchando hacia las llamas de las que
yo me alejaba…