sábado, 28 de febrero de 2009

Noche en Madrid...

La noche cae. El día deja paso a una ciudad revolucionada que se descontrola al son de música y estupefacientes. Miras al cielo, y no hay obscuridad. Entre espejismos de brillos y destellos, intentas ver el firmamento, que se esconde tímido tras un velo de luz. Esperas que te desvele una respuesta sobre una pregunta que ni siquiera conoces. Esperas que no te haga sentir tan solo en esta ciudad. Pero no hay rastro de estrellas. Te sientes perdido, fuera de contexto, y te preguntas si están todos ciegos, o solo tú. Pero no hay respuesta. No hay estrellas...

Entornas los ojos, pero las mismas luces que iluminan el cielo, nublan tu mente. Si no te permiten ver las estrellas, aún menos el camino que tu cabeza se esfuerza por encontrar. Y caes en la cuenta de que aunque no sepas a donde te llevará, sabes a donde se dirige... Fuera de aquí... Lejos de la luz...



"La madrugada está
llena de ángeles muertos
Las doncellas tienen monedas
de oro entre los muslos
Todo es de hule
Una humedad enferma
Como un mar que resuena saliendo de la niebla
Se deposita en las heridas
las pudre
Y en el cadáver de la lluvia
brilla la luna"


J. M. Álvarez

martes, 3 de febrero de 2009

España ... (I)

Cuanto más me alejo de España, más notable se me hace su mediocridad... Inmerso en la rutina del día a día se hace apenas perceptible, pero amedida que te alejas, el contraste con el resto del mundo, pone de manifiesto la sociedad en la que vivimos. Una sociedad víctima de su propia ignorancia, mezquina, envidiosa, y llena de malas intenciones. Se que hay sociedades mucho peores, pero hay algo en los españoles, que simplemente no está bien.

Por mucho que lo intento, no sé que es lo que hace que reconozcas a un español entre la multitud, pero desde luego nada bueno. No se si son los modales, su torpeza innata, la prepotencia injustificada, o simplemente la falta de gusto, pero sin duda, el español medio es reconocible entre un millón. Se que con el tiempo me volvería a acostumbrar a ello. Pero no quiero.

Hay mucho mundo, y no descarto que a la larga, pueda descubrir, muy a mi pesar que es aquí donde mejor encajo; pero no lo sabré, o por lo menos, no estaré agusto hasta que lo compruebe...