lunes, 22 de febrero de 2010

Demasiados mañanas...

Promesa del ocaso.
Cultivo de la curiosidad,
solo cosecha desasosiego.
Abanico incierto,
infinito y etereo.
Me entumece
si está abierto.
Me asfixia si se cierra.
Abismo de esperanza.
Mis yos se pierden
al otro lado del espejo.

Nostalgia
de vidas no vividas,
recriminan mi quietud.
Incapaz de escoger,
un día más,
me mortifican.

Precario porvenir.
Mi reflejo me compadece
testigo de la impotencia,
mientras el eco
susurra:
"solo una..."