Me he releído, de principio a fin, y como siempre, me he gustado. Me he llegado a creer que puedo hacer algo escribiendo, y desde entonces no he sido capaz de hacerlo. Durante semanas me he replanteado mi forma de escribir. Como hemos evolucionado los dos, tanto en estilo como en contenido.
Perdido en tanta jilipollez, casi olvido el sentido de todo esto. El propósito fundamental, que va más allá de cualquier aspiración futura:
Escribo
porque lo necesito.
Porque lo siento.
Porque son mis manos y mis ojos.
Porque es tan mío
como nada.
Porque es mi voz y mi cerebro.
Escribo por que quiero.
Por que lo llevo dentro.
Escribo por que quema...