Como siempre, tiendo a descomponer todo en pasado, presente y futuro. Es algo que hago, incluso con las cosas que no permiten ser vistas con esa perspectiva. Me gusta ver como el paso del tiempo afecta todo lo que me rodea, y en este caso es especialmente interesante, mirar estos parámetros desde los ojos de un ganador. Un ganador solo mira hacia atrás para regodearse de los buenos recuerdos o para no volver a caer en errores pasados. Tiene la capacidad de filtro de no ahondar en cosas que no se pueden cambiar. No regodearse en la nostalgia, salvo que sea para honrar a los que no están. Y de hacerlo, siempre a modo de celebración y de homenaje.
Un ganador sabe mirar al futuro en busca de ilusión, pero sin que eso le quite tiempo de vivir en el presente, que es donde realmente saca su mayor provecho. Es su momento preferido. En el que ocurren las cosas. Donde hay que estar y cuando hay que estar. En el ahora. Y lo disfruta tanto, por que tiene la certeza de que lo que está ocurriendo es lo mejor que puede ocurrir. Que lo que está pasando es lo mejor que puede pasar. Y esa creencia la lleva hasta donde la inteligencia le permita, y solo ahí, cuando no haya más donde rascar, aprende a reírse, con la tranquilidad de saber que por su parte lo ha dado todo. No es que no pierda nunca. Es que hasta cuando pierde gana, porque lo que hace de un ganador un Ganador, es sacar de la derrota una victoria. Por actitud, por optimismo y por alegría. Así piensan los ganadores. Los que nunca pierden. Y me equivocaba al ser receloso. Me equivocaba al creerme más afín con los perdedores. Es maravilloso tener a personas así al lado. Te contagian de optimismo y te hacen ver lo maravillosa que puede ser la vida. Por momentos, te hacen ser un ganador a ti también...
A mi primo