Siempre consideré la pesca un deporte aburrido, y no me equivocaba al pensarlo. Como deporte, no tiene ninguna gracia. Es justo cuando dejas ese término fuera de la ecuación, cuando todo cobra sentido. No pescas por diversión. Pescas por disfrutar del paisaje. Por comprenderlo. Por sentirte dentro de él. Con el simple hecho de sujetar una caña, pasas de ser un mero observador, a formar parte de la escena. Por mucho que disfrutase de un paisaje, al rato de estar contemplándolo, me sentía inútil. Algo faltaba.
Está visto que tendré que buscar charcos allá donde no haya mar...
jueves, 24 de septiembre de 2009
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