El mar no es ya
sino un telón blanco
tras la ventana, donde
escondemos nuestros juegos.
Te resistes.
Es tu naturaleza.
Pero tus ojos,
llenos de eso,
que me atormenta y me desvela,
susurran
en silencio
tus verdaderas intenciones.
No hay palabras,
hace tiempo
que sucumbieron a los besos.
Son juegos que inventamos
para saciar nuestras ansias mutuas.
Una escusa
para mirarnos
hasta el clamor de un nuevo día.
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