Observo mi reflejo
en la ventana del cuarto.
El cuarto.
Mi cuarto.
Mi casa.
Mi mundo.
Todo ha cambiado.
Yo he cambiado.
He perdido los lazos
que me ataban firme.
Todo es etéreo,
volátil.
No se si soy yo el que me alejo,
o el mundo
que ha dejado de dar vueltas.
Pero no,
las cosas no giran como antes,
y los días siguen pasando.
Solo un sofá,
una sonrrisa,
un aperitivo en los remos,
una cohpa en la cocina,
y el aleteo del rabo de Emma,
me mantienen unido, a lo que pensé
siempre estaría ahí.
¿Que más da?
Vago a la deriba
en rumbo al desprendimiento.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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