Otra noche,
en la que el mundo
no da tregua.
Noche donde regodearse
en la melancolía.
Noche para perderse
en las entrañas del misticismo.
Noche para encontrarse
con la claridad de la ginebra.
Noche para escribir.
Para encomendarse a la poesía.
Noche para asumir.
Para aprender
de la infinita sabiduría
que la soledad alberga.
Otra noche, de esas
en las que el mundo
sigue siendo el mundo...
jueves, 17 de junio de 2010
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