domingo, 19 de octubre de 2014

La hora del té...

Necesito ayuda, de alguna manera que aún desconozco.
Espiritual, humana, social, reflexiva, básica... No lo tengo claro. Alguien que me ayude a comprender. A darle un sentido a todo esto, si es que lo tiene. Mientras tanto vosotros os sacias conmigo. Me volteáis por los aires, como a un muñeco de trapo. Dejarme tranquilo. Darme un respiro. Yo no os entiendo. Os envidio y os aborrezco. No se si sois héroes o villanos, pero si la normalidad se basa en no pensar, metérosla por donde os quepa.

No os crezcáis, ni me sermoneéis. Me da envida vuestra sencillez, pero no es algo de lo que estar orgullosos. Callaros. Hablar menos. Aprendamos en silencio.

Enseñarme a hacerme agujeros, para estar tan vacío como vosotros. Para dejar ir todo lo que duele y pesa. Dejarme ver esas tripas limpias, y yo os enseñare las mías. Juguemos a ver que brilla más, si el nácar o la sangre. Y ahora perdonar, pero os tengo que dejar. Mis amigos imaginarios están a punto de llegar y tengo que preparar el té.

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