y raro es el día
que no me sobrecoge tu recuerdo.
Un olor,
un proverbio,
un dedal,
una nana,
vinagre...
Todo vale,
para que inundes mi mente
con amargura.
Angustia a raudales.
Tu sencillez me entumece.
Me siento más bajo.
Más menudo.
Pequeño otra vez.
El Miedo vuelve
convertido en realidad.
Se apodera de mi,
y no puedo por más
que bajar la cabeza,
para hacer más llevadera la carga
que tu recuerdo acarrea.
Fracaso e impotencia.
Sentimientos horrendos,
que no quiero soltar.
Solo así, puedo rendir pleitesía,
honrar y agradecer
toda una vida de dedicación
y cariño.
Tanto cariño...
Que menos que tenerte presente...