Es esa frivolidad, ese constante buen humor, esa ostentación de desparpajo, casi insolente, lo que me aleja de vosotros. No lo entiendo. Os aferráis a los convencionalismos, como si nada escapará al sentimiento común. Traicionáis vuestra cualidad de individuos, por el simple amparo de la masa.
Veo gritos de socorro en vuestras ansias de ilusionaros. Complacencia forzada en el cinismo de alegraros. Cada esfuerzo por agradar, desvela vuestros verdaderos miedos. Un grito desesperado, en busca de aceptación...
¿Tan solos os sentís?
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