Nunca hubo esperanza. No hubo opción. Todo acabó mucho antes de empezar. Las cartas estaban sobre la mesa. Todo repartido. Daba igual cuantos santos hubiera. Solo hacía falta una persona corrupta para condernarnos a todos. Solo uno para sembrar la semilla del odio, y generar injusticia. Una vez sembrada, era solo cuestión de tiempo que arraigase en lo más hondo de la sociedad, pudriendo la bondad de los individuos. Alquitranando sus sentimientos. Secando su corazón.
No. Este mundo nunca funcionará. Una mala intención puede con todas las buenas. Nunca hubo esperanza.
jueves, 30 de diciembre de 2010
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1 comentario:
increible, pero aún espero encontrar alguien a quien la maldad aun no haya corrompido.
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