Y llegará un día,
más cerca que lejos,
que el mundo sucumbirá,
bajo distintas banderas,
que no representarán
nación o cultura.
Solo la religión quedará.
La religión,
y sus fanáticos.
Capaces de hacer todo
por sus creencias.
Incapaces de ver nada
por su cuenta.
Entregados en alma,
y ciegos de razón
acabarán con la vida
tal y como a de ser concebida...
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