Ciudad castigada,
se duele de heridas
que el tiempo no logra cerrar.
Marcados con cicatrices invisibles,
retoman vidas en ruinas.
Polvo.
Dolor, en los ojos de un pueblo
donde orgullo e historia
son razones por las que volver a morir.
Pensativos, desafiantes,
son el legado de novecientos días de asedio.
Ancianos no olvidan.
Jovenes no perdonan.
El vacío
llena la pérdida de siete generaciones.
Parece que fuera ayer.
martes, 18 de mayo de 2010
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